miércoles, 1 de septiembre de 2010

Ernesto Meléndez
por
Carlos Gaviño de Franchy

    José Menéndez permaneció de nuevo en Santa Cruz de Tenerife entre julio y agosto de 1803. Había cumplido su servicio militar en el regimiento de Infantería de Ultonia que, con el de América, componían una división con destino en la plaza de Santa Cruz de Santiago, desde el 10 de enero de 1799, y que volvió a España en 1802 [1].

    En este período de tiempo, José Menéndez conoció a la mujer a quien daría palabra de matrimonio; Rafaela de Paz y Carrasco, nacida en Santa Cruz, pero oriunda de la isla de La Palma [2].

    José Menéndez nació en 1777, en el Principado de Asturias, en la villa de Pravia y parroquia de Santa María de Rivero, una de las catorce que componían, en aquella fecha, su Ayuntamiento. Su padre, llamado también José Menéndez, era natural de La Corrada, en la misma Pravia, mientras que su madre, María Díaz, procedía de la ya citada parroquia de Santa María. Los Menéndez tenían casa solariega en Pravia desde muy antiguo [3].

    José Menéndez contaba veintisiete años de edad cuando volvió a la isla, haciendo el viaje desde Barcelona, a cumplir su promesa matrimonial, estando ya fuera del servicio. Rafaela de Paz, cuarenta y uno. Casaron, en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, el 24 de octubre de 1804.

    Este matrimonio apenas duró tres años ya que Rafaela de Paz falleció a comienzos del año 1807 y, tres meses más tarde [4], volvió a casar el joven viudo con María de los Remedios de Paz, que había sido bautizada en la parroquia del Apóstol San Andrés, del Valle de su nombre, un día indeterminado del mes de julio de 1785. El traslado de su partida de bautismo, que obra en el expediente matrimonial, evidenciando el poco cuidado de algunos sacristanes y clérigos de la época, dice: En treinta y nuebe del mes... Era hija de Pedro José de Paz, natural de Santa Cruz, y de Isabel María Fernández de Baca; nieta paterna de Pedro Alonso de Paz y Andrea María de Torres y, materna, de Gabriel Fernández de Baca y Gabriela Jacinta Rodríguez, nacidos ambos en Santa Cruz, donde casaron el 11 de noviembre de 1742. A su vez Pedro Alonso de Paz fue hijo de otro Pedro Alonso de Paz y de María González y Andrea María de Torres, lo era de Victoriano de Ledesma, natural de Güímar, y de María de Candelaria de Torres, nacida en San Cristóbal de La Laguna. A pesar de la coincidencia de apellidos, no parece que hubiera parentesco entre la primera y segunda esposas de José Menéndez.

    El matrimonio tuvo cinco hijos [5]. El mayor de ellos, Rafael Justo, nació el 29 de mayo de 1808. Miguel José, segundo varón, lo hizo en Santa Cruz, en noviembre de 1809. Al año siguiente les nació una niña que fue bautizada con los nombres de Joaquina Cesárea. Perdieron al primogénito, Rafael, y su nombre fue puesto a otro niño nacido el día 30 de septiembre y bautizado el 3 de octubre de 1812, añadiéndole las advocaciones protectoras de San Juan, San Jerónimo y San Remigio. Por último, en diciembre de 1814 vino al mundo el último de los vastagos de José Menéndez, cristianado en 3 de diciembre de 1814, al que pusieron Ramón Saturnino María del Carmen.

    La descendencia del asturiano José Menéndez o Meléndez, en Santa Cruz de Tenerife, procede de Rafael Juan, cuarto de sus hijos, sin que sepamos que fue de los otros, si es que superaron la edad pupilar.

    Rafael Juan Meléndez de Paz casó, en 1844, con María Cabrera y Viera, natural del Puerto del Arrecife, en la Isla de Lanzarote. Su vida transcurrió dedicada al comercio. En Santa Cruz de Tenerife tuvieron una numerosa prole compuesta por nueve hijos llamados Abelardo, Enrique, Eloísa, Federico, Herminia, Ernesto, Hortensia, Luisa, y Aurora [6].


ERNESTO MELÉNDEZ


    Ernesto Juan Meléndez nació en Santa Cruz el veintiuno de febrero de mil ochocientos cincuenta y seis y fue bautizado, en la parroquia de la Concepción, cuatro días más tarde, por el presbítero don José Manuel Hernández, con licencia de don Agustín Pérez, Venerable Beneficiado Rector de las Yglesias de esta Villa de Santa Cruz de Santiago de Tenerife. Fue su padrino don Juan Cope, acaudalado comerciante, hijo de don Bernardo Coppé, natural de Bremen, y de su esposa doña María Ventura Barroso, miembros de la burguesía mercantil satacrucera, a la que se habían incorporado los Meléndez. Fue el sexto entre sus nueve hermanos, de los que, cinco, fueron hembras. Se da en la familia cierto gusto por las bellas artes; las Meléndez, particularmente, pintan paisajes al óleo y la acuarela, conservando algunos de ellos sus descendientes, incluso de la madre, doña María Cabrera.

    Afirma Sebastián Padrón Acosta, primer biógrafo de Meléndez, que realizó estudios en la Academia de Bellas Artes de la ciudad de su naturaleza. No hemos podido, sin embargo, hallar documento alguno que lo cite entre sus alumnos [7]. Sin embargo, resulta fácil suponer que asistiría a las clases de dibujo impartidas en este establecimiento, que abrió sus puertas, tras no pocos esfuerzos, en 1850.

    En 1878 ingresó, con veintidós años de edad, en la Logia Tinerfe 114, adoptando el nombre simbólico de Fortuny y declarando, como profesión, la de pintor artístico [8]. Ese mismo año comenzaron a aparecer en El Sol de Nivaria los primeros grabados en madera hechos a partir de dibujos del artista. Una reseña inserta en éste periódico el 6 de abril de dicho año informa que:

    Apenas hace un mes anunciamos a nuestros lectores la introducción de reformas importantes en este Semanario, cuando de nuevo ahora tenemos la satisfacción de participarles otras de no menos interés y como aquellas evidentemente merecidas, por parte de un público tan ilustrado y complaciente como el que nos ha protegido. La introducción de los grabados, si bien costosa en nuestra localidad, no la creemos una mejora suficiente en el Sol de Nivaria para recompensar en parte el favor que se nos ha dispensado. Así, pues, desde el próximo núm. 10, nuestro Semanario se publicará en doble tamaño, con la colaboración de personas bastante acreditadas en el campo de la literatura y animadas como las que más, por el buen nombre y prestigio de la prensa y la cultura canarias. La sección de grabados se halla a cargo de nuestro amigo el estudioso e inteligente aficionado D. Ernesto Meléndez.

    Participó en la Exposición de Bellas Artes con que Santa Cruz de Tenerife conmemoró la victoria de las tropas isleñas sobre la marinería del vicealmirante inglés sir Horacio Nelson del Nilo, el 25 de julio de 1880, y exhibió unos dibujos que representaban cabezas de animales, que fueron muy bien acogidos por el público y la crítica [9].

    Colaboró como caricaturista en El Abejón, periódico satírico quincenal, que alcanzó a publicar seis números, entre el 2 de diciembre de 1881 y el 18 de febrero de 1882. Sus dibujos, a manera de escenas encadenadas, ridiculizaban a políticos y próceres de Gran Canaria, ahondando agriamente en el ya viejo, por aquellas fechas, pleito sobre la división provincial y la capitalidad del archipiélago.

    Publicó asimismo en este periódico un retrato, el de don Pedro Mariano Ramírez y Atenza, exaltado defensor de los derechos de Santa Cruz [10], que puede ser considerado el precedente en el que debió reparar don Patricio Estévanez, a la hora de encargarle su proyecto de galería iconográfica de celebridades canarias y que iría apareciendo, con algunas líneas biográficas, en cada número de La Ilustración de Canarias.

    La empresa que editaba el periódico justificaba así sus intenciones, en un editorial aparecido en el primer número, de fecha 15 de julio de 1882:

    Con mejor deseo que buena fortuna, y pretendiendo siempre llenar un vacío y responder a una necesidad hace mucho tiempo sentida en nuestro país, se ha intentado varias veces realizar empresas como la que hoy acometemos; pero desgraciadamente el éxito no ha correspondido nunca a la buena intención; pues no es possible ilustrar un periódico en un país donde, el arte del grabado es, casi en absoluto, desconocido, no ha podido contarse con recursos para hacer venir defuera los grabados [...]. Ajena por completo a las luchas políticas que nos dividen, acogerá gustosa los trabajos, no sólo de los escritores isleños, cualesquiera que sean sus opiniones, sino de todos los que, sin haber nacido en el país, lo hayan estudiado y descrito y quieran honrar con ellos sus columnas, contribuyendo a que se le conozca y se le aprecie en lo que vale; y, acompañándolos de biografías y artículos descriptivos, publicará también retratos de los muchos isleños que, en todos tiempos y en el país o fuera de él, han sabido conquistarse un nombre glorioso o respetable; y vistas de las poblaciones, monumentos y sitios más notables de la Provincia.

    Hoy, tenemos necesidad de confiar la ejecución de los grabados que ilustrarán nuestro periódico, a reputados artistas de Madrid y el extranjero; pero alentamos la esperanza de que, estimulada con esto la afición de algunos compatriotas, dentro de poco podrán ser también de hijos del país.

    En la segunda página de este primer número se explica que:

    Figura al frente del periódico la graciosa viñeta ejecutada con gran perfección por el distinguido artista madrileño señor Masi que será nuestro grabador, ínterin no podamos confiar también estos trabajos, como es nuestro deseo, a hijos del país; y para cuyo trabajo le sirvió de modelo un dibujo de nuestro buen amigo Don Ernesto Meléndez, aficionado que, si no padeciera la terrible enfermedad de la haraganería pudiera ser un verdadero artista, pues disposiciones, habilidad y buen gusto tiene que le sobran. […]

    Difíciles hoy, conseguir aquí retratos de personajes que vivieron en los pasados siglos, lo que nos hace temer que nuestra galería no sea todo lo completa que deseamos, y aprovechamos la ocasión que se nos ofrece para suplicar a todos nuestros lectores, y con especialidad a las sociedades y corporaciones patrióticas, que nos faciliten todos aquellos que puedan obtener, o nos indiquen donde se hallan, para procurarnos copias,

    En su intento de creación de un Gabinete de retratos de insulares distinguidos, La Ilustración, o don Patricio Estévanez, que lo mismo eran, recurrieron, en cuanto a los de personajes del pasado se refiere, al conjunto de efigies que había reproducido el prebendado Pereira-Pacheco, hombre extremadamente curioso y preocupado por legar a las generaciones posteriores a la suya los rasgos fisonómicos de sus contemporáneos y perpetuar, por medio de sus ingenuas, pero deliciosas copias, los rostros de aquellos otros, cuyo retrato alcanzaba a contemplar.

    Tal es el caso de los grabados que representan al general de marina don Rafael Clavijo y Socas; a su tío, don Josef Clavijo y Faxardo, vicedirector del Real Gabinete de Ciencias Naturales; al arzobispo de Heraclea don Cristóbal Bencomo y Rodríguez y al ingeniero don Agustín de Betancourt; los obispos Verdugo y Estévez de Ugarte; a don Domingo de Nava, teniente general de la Real Armada; a don Antonio Porlier, primer marqués de Bajamar y los hermanos don Bernardo y don Domingo de Iriarte, el político y el diplomático; todos ellos proceden de las miniaturas con que el prebendado ilustrara El Nuevo Can Mayor o Constelación Canaria, texto poético del que era autor don Josef de Viera y Clavijo.

    A pesar de que en este manuscrito aparecen también los retratos de don Juan y don Tomás de Iriarte, creemos que los dibujos de Meléndez proceden de dos grabados, que fueron propiedad de Pereira-Pacheco [11] y que actualmente se conservan en la Biblioteca Municipal de Santa Cruz, formando parte del fondo Anselmo J. Benítez. Se trata, en el caso de don Juán de Iriarte [12], de la conocida estampa que grabara Manuel Salvador Carmona a partir de un óleo de Mariano Salvador Maella. En cuanto al de su sobrino don Tomás de Iriarte y Nieves-Ravelo, el fabulista, fue grabado asimismo por Carmona teniendo como modelo el retrato que le hizo don Joaquín de Inza. Sólo podemos confirmar la autoría del dibujo previo de Meléndez en el que representa a don Juan de Iriarte, cuyo original firmado por E. Meléndez, existe en el citado fondo documental

    Estas estampas, con otras muchas, hoy dispersas, fueron coleccionadas por Pereira, poseedor de aquel inquieto espíritu, mezcla de cronista y de anticuario, tan frecuente en los individuos ilustrados de su época. Meléndez tuvo en sus manos estos álbumes llenos de láminas y se sirvió de algunas de ellas a la hora dibujar los modelos de los que se valdrían los artistas gráficos peninsulares.

    Los grabados que finalmente vieron la luz en La Ilustración… cuya ejecución resultó notable, fueron obra de Eusebio Zarza y José Masí del Castillo, dos de los más relevantes xilógrafos españoles de su época. Se trata pues de una equivocación creer que la firma Zarza, corresponde a un seudónimo utilizado por Ernesto Meléndez. Los primeros dieciséis grabados en madera de esta serie llevan la rúbrica indudable de estos dos artistas y, los tres últimos, tan sólo la de Federico Sierra y Amat [12 bis], pintor y calcógrafo que alcanzó cierta notoriedad a finales del siglo XIX.

    Eusebio Zarza, pintor madrileño, discípulo de la Academia de Nobles Artes de San Fernando, perteneció a las generaciones que destacaron en el segundo tercio del siglo diecinueve y se distinguió, especialmente, en el dibujo preparatorio de grabados en madera y litografías y tomó parte en la ilustración de los más prestigiosos periódicos peninsulares: Semanario Pintoresco Español, El Arte en España, Galería Regia, El Panorama Español. [13].

    Hemos hallado, en el Fondo Benítez, el ya citado dibujo original de Meléndez; otro que reproduce de tres cuartos la figura del teniente general don Francisco Tomás Morales, obra de Pedro Tarquis; un tercero, de la mano de Juan del Castillo Westerling, que copia el autorretrato del historiador don Pedro Agustín del Castillo, su antepasado, y multitud de reproducciones fotográficas de grabados y pinturas que debieron servir a Zarza y Masí para componer el resto de los retratos. [14].
    Finalmente, los de Teobaldo Power, Luis Benítez de Lugo y José Desiré Dugour, fueron tomados de fotografías, cuyos originales se conservan en la actualidad.

    Aparte los retratos, entre los que habría que incluir uno femenino anónimo, firmado con sus iniciales; E. M., sirvieron los dibujos de Meléndez para otras estampas, citadas por Padrón Acosta:

    Arco levantado por la Jefatura de Obras Públicas, Tribuna para la orquesta levantada por el comercio y Embarque del general Weyíerpara la península el 9 de diciembre de 1884 en el vapor África, aparecidos en La Ilustración en enero de 1884, con motivo de las fiestas de la inauguración del cable telegráfico, celebradas en diciembre de 1883. Nos aclara la sección Grabados, del periódico:

    Los dibujos números 1 y 2 de la página 112 representan, -tomados del natural por nuestro querido colaborador artístico Ernesto Meléndez- dos de los arcos que más llamaron la atención de todos en las pasadas fiestas con que Santa Cruz celebró la inauguración del cable telegráfico. El primero, erigido por la Jefatura de Obras Públicas en la calle del Castillo esquina a la del Saltillo, representa un puente rematado por un faro que, encendido por las noches, producía un magnifico efecto, y el segundo, uno de los templetes para orquestas erigidos por el comercio, en la misma calle, esquina a la de la Gloria.

    El dibujo número3 de la misma página 112, también de Meléndez, representa el momento de embarcarse para la Península, -el 9 de Diciembre último, en el vapor-correo español "África ", -el Excmo. Señor D. Valeriano Weyíer, Capitán general que, hasta aquella fecha, había sido de este Distrito. La escena representada con gran verdad, fue una de las manifestaciones más entusiastas hechas por este pueblo.


    Aparecieron además en La Ilustración de Canarias otros grabados tales como una nostálgica y colonial composición denominada Conciertos públicos en la Alameda de la Marina, añadiéndonos la redacción del periódico que:

    Cuanto pudiéramos decir a nuestros lectores de la alegría, composición y dibujo de Ernesto Meléndez, que representa los conciertos públicos que la sociedad Santa Cecilia ha venido dando en la Alameda de la Marina, tanto en la última temporada como en la presente, sería muy poco si tratáramos de describir aquel amenísimo sitio y aquellos brillantes espectáculos, o de encarecer el mérito del dibujo que ambas cosas representa.

    El modesto artista ha sabido escoger los mejores detalles del asunto y formar con ellos un precioso ramillete. La vista del exterior de la Alameda, donde ratos tan agradables pasamos todos los jueves por la noche, el bazar establecido allí, los trozos más escogidos del paseo, el sitio de tertulia de damas y caballeros, el pabellón central de la orquesta, y por último, el retrato del Maestro Padrón, de exactísimo parecido y dibujado en un billete del bazar, que lleva el sello de la Sociedad, todo, todo está hábilmente hecho; todo ofrece un agradable conjunto y basta a dará conocer lo bello de aquel sitio y la habilidad del artista.

    Completan la participación de Meléndez en el proyecto editorial de don Patricio Estévanez, una vista imaginaria de la Isla de San Borondón, tomada de la que se incluye en la primera edición de las Noticias de la Historia General de las Islas Canarias, de don Josef de Viera y Clavijo y una perspectiva de la Plaza de la Constitución, en Santa Cruz de Tenerife.

    Contó don Patricio Estévanez con la pericia artística de Ernesto Meléndez desde los primeros momentos de La Ilustración, y fue a él a quien encargó la mancheta de la revista:

    Figura al frente del periódico la graciosa viñeta ejecutada con gran perfección por el distinguido artista madrileño señor Masí [15] que sera nuestro grabador, ínterin no podamos confiar también estos trabajos, como es nuestro deseo, a hijos del país; y para cuyo trabajo le sirvió de modelo un dibujo de nuestro buen amigo don Ernesto Meléndez, aficionado que, si no padeciese la terrible enfermedad de la haraganería, pudiera ser un verdadero artista, puesto que disposiciones, habilidad y buen gusto tiene que le sobran.

    Quizá confundiera don Patricio esta supuesta haraganería, desde su perspectiva de hombre extremadamente saludable, con los inicios de la tuberculosis pulmonar que acabó luego con la vida del artista y que, es bien sabido, modifica significativamente las pautas de conducta, e incluso la sensibilidad, de los enfermos que la padecen.


Pintura al óleo

    Conocemos tres obras de Ernesto Meléndez realizadas al óleo. Un retrato del obispo don Ramón Torrijos y Gómez [16]; una copia poco afortunada de la obra de Gabriel Cornelius von Max, que ha sido titulada La caridad cristiana, sin que nos halla sido posible identificarla, bajo esta denominación, con ninguna de las famosísimas telas de este pintor que circulaban litografiadas en todos los formatos imaginables, desde la tarjeta postal a los envases para pastillas y caramelos, de la que el Diario de Tenerife, del 15 de abril de 1890 decía:

    Nuestro apreciado amigo D. Ernesto Melendez, artista tan modesto como laborioso, ha regalado a la Junta de Caridad de Señoras, para que éstas lo coloquen en una de las salas o galerías de los Esteblecimientos de Beneficencia de esta Capital, un cuadro al óleo de grandes dimensiones, del cual es autor y, que representa a Jesús consolando a una mujer desfallecida que lleva un niño en sus brazos. Las figuras son de tamaño natural y el cuadro, en general, de tonos suaves y delicados.
Merece gratitud el señor Meléndez por su desprendimiento [17].

    Los ocho paisajes que formaron parte de la decoración del Teatro Guimerá, se pueden dar por perdidos [18]. Y por último, un autorretrato, firmado con sus iniciales en 1887, propiedad de los descendientes de una de sus hermanas.

    Desde la publicación del estudio de Padrón Acosta en 1948, se viene afirmando que Ernesto Meléndez había pintado los techos de la Logia masónica de Santa Cruz de Tenerife. Es cierto que los pintó, lo atestigua un comentario periodístico de Luis Maffiotte, publicado en La Ilustracion de Canarias, el 31 de diciembre de 1882:

    Como individuo de la prensa, tuve el honor de representar a La Ilustracion de Canarias, en la solemne inauguración del templo masónico de la Logia Tinerfe número 114; acto que tuvo lugar en la noche del miércoles 27.
    Antes de empezar la ceremonia de la consagración, tuvo lugar una sesión secreta en el mismo templo, aguardando el público en los demás departamentos del edificio, que no se componen de mazmorras tenebrosas no de fúnebres catacumbas, como muchos creen, sino de salones elegantemente amueblados e iluminados con profusión.

    De cuando en cuando llegaba a nuestros oídos el ruido de un martillazo que resonaba pavorosamente en medio del tétrico silencio que reinaba. Esto daba escalofríos.

    Por fin nos dejaron entrar.

    Yo temblaba como un azogado; cuando llegué a la puerta del templo, gruesas gotas de sudor frío caían por mi frente. Ya me parecía oir el rumor de cadenas arrastradas por el pavimento, quejidos amargos y crujir de huesos.

    Entré en el templo. ¡Qué agradable sorpresa!

    Un salón, como aquí no hay otro, apareció ante mi vista. Quitándole los signos que denuncian el uso a que está destinado, y aun sin quitárselos, es un local elegante, severo y rico.

    Las pinturas del techo son de Ernesto Meléndez. En ellas se ve junto a la osadía del genio, la timidez del aficionado que va llegando a ser un verdadero artista. Apolo sale por el Oriente en su carroza, y los rayos del sol se extienden por todas partes. A los lados, los doce signos del Zodíaco y enfrente de Febo la melancólica amante de Endímión, la triste Febea, la candida Luna. Tauro, Leo, Cáncer y Escorpión son las mejores figuras; todas ellas tienen un colorido propio y bastante bueno. El techo está sembrado de estrellas.
    El conjunto de la obra honra a su autor, y muchos de sus detalles son dignos de admiración. Meléndez, señores, es un artista.
    Las paredes del templo están forradas de seda color azul turquí, emblema de la ciencia; y sostienen la elegante cornisa, que a su vez soporta el peso del abovedado techo, doce medias columnas de mármol blanco que contrubuyen a la belleza del local.
   En cuanto a los sgnos masónicos, hay dos columnas negras, mazos, estrellas, compases, candelabros de tres pies, triángulos, flores, un estandarte, primorosamente bordado, y muchas espadas, una d las cuales es retorcida como la de un ángel del Apocalipsis [19].

    Esta crítica permitió una curiosa disquisición a Padrón Acosta, entre los calificativos de genio y aficionado, aplicados a nuestros pintores regionales del siglo XIX.

    Lo que parece, sin duda claro, es que no pudo pintar los techos de la Logia de Añaza, en la calle de San Lucas, ya que el proyecto de edificación, obra del arquitecto Manuel de Cámara, tiene fecha de septiembre de 1900, cuando Meléndez hacía nueve años que había fallecido.

    Debió decorar Meléndez los techos de la Logia Tenerife número 17 en cuyo taller desempeñó el cometido de Segundo Experto, en 1887, y aún podríamos preguntamos si éstos, pintados sobre tela, habrían sido trasladados de una sede a otra [20]. En cualquier caso permaneceremos en la duda, porque al parecer han sido destruidos.

    Habría que añadir a esta corta lista de obras una Purísima, pintada en el tejido de uno de los cincuenta estandartes que fueron ofrecidos a la Virgen de Candelaria el día de su coronación pontificia en 1889, actualmente en paradero desconocido.


Orfebrería

 

    Llevó a cabo Meléndez, por encargo de la junta ejecutiva de la coronación de la Virgen de Candelaria, los dibujos que servirían de patrón al platero Rafael Fernández-Trujillo Forte, el mejor artífice a la sazón del casi ya extinguido gremio isleño, para la realización de ambas coronas. Una vez más daban los plateros canarios prueba de su dominio de la técnica, desorientada, sin embargo, artísticamente, y sólo del concurso inteligente de un dibujante ilustrado pudo el gremio ofrecer ejemplares de mérito [21].

    Con motivo de la coronación cubrióse toda la tribuna y el espacio de un gran templo con un bien trazado toldo ideado por D. Federico Meléndez [sic] pero un huracán de viento que se levantó el día 12 destruyólo en pocas horas, teniéndose que celebrar el auto al aire libre [22].

    El día 26 de marzo de 1891, a las tres de la tarde, murió Ernesto Meléndez, con apenas treinta y cinco años de edad, a causa de la tuberculosis pulmonar que padecía [23]. El Diario de Tenerife insertó, la siguiente necrológica, dos días más tarde:

     D. E. P.
    Ayer al medio día fue sepultado en el cementerio de esta capital, el cadáver del que fue en vida nuestro buen amigo D. Ernesto Mdeléndez, fallecido el jueves víctima de la penosa enfermedad que desde hacía algunos años venía minando su existencia.
Era el señor Meléndez un jóven de mérito indiscutible por su laboriosidad, que sin salir del país, sin elementos y falto de recursos había de llegar a ser un artista tan hábil como modesto y que deja entre nosotros un vacío difícil de llenar.

    En tan corto espacio de tiempo intentó buscar su sustento en otras dos profesiones que no le impidieron el desarrollo de su vocación artística: la milicia, en la que alcanzó el grado de oficial de las provinciales canarias [24], y la fotografía, abriendo un estudio en su casa de la calle de la Cruz Verde, ya en los últimos años de su vida [25].

    Las largas sesiones de posado para el retrato debieron hacer surgir la amistad entre don Ramon Torrijos y nuestro artista. Es posible que el prelado dispensara su protección a Meléndez, pues aparte el encargo de los bocetos para las coronas de la Virgen de Candelaria, le otorgó, según el Diario de Tenerife, del 11 de octubre de 1889, otra prebenda:
    Nuestro amigo D. Ernesto Meléndez ha obtenido una autorización exclusiva para sacar vistas fotográficas de todos los actos y ceremonias de la coronación de la Virgen de Candelaria.
    Información que fue corroborada por El Valle de La Orotava, el 22 de octubre de 1889:
    El señor Meléndez sacó varias fotografías de la procesión y de la Santa Imagen.
    De todas estas fotografías, sólo conocemos la que representa al obispo ante la imagen, tras la coronación.






    Su exigua existencia, acorde con su producción; las características de la enfermedad que finalmente le mata y un cierto halo misterioso, hacen que la figura de Meléndez se desenvuelva en un ambiente común, tópico, compartido con innumerables jóvenes artistas de su siglo, que vieron frustrada su carrera por impedimentos a todos extensivos. Sin embargo hay algo tras la mirada de su autorretrato que nos predispone a creer en él, en su obra. En la que dejó y en la otra, la que nunca veremos, la que sin duda fue arrojada a la luz cegadora del fuego profiláctico.

    Nunca podremos enjuiciar unos dibujos que conocemos, tan sólo, por los grabados que otros artistas realizaron. Si alguno se conserva, no hemos tenido la fortuna de verlo. Aquí lo misterioso se torna inquietante. Meléndez ha logrado dejar fama de extraordinario dibujante sin que se conozca ningún original suyo. Forma parte de la estirpe de los poetas que nunca escribieron, cuyas obras sucumbieron al tiempo que la memoria inestable de sus contemporáneos.



NOTAS
[1] CIORANESCU, Alejandro: Historia de Sania Cruz de Tenerife. Tomo III. Caja General de Ahorros de Santa Cruz de Tenerife, 1997, p. 131.
[2] Rafaela Josefa Antonia del Pilar, nacida el día 22 de abril de 1776, fue bautizada el 26 inmediato en la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, hija de Romualdo Simón de Pais y de Rafaela de Jesús Carrasco. Libro VII, f. 86v. Archivo parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife.
[3] Las diversas ramas asturianas de Menéndez y Meléndez confunden incluso sus escudos de armas. Los que escribían Menéndez, como es el caso de la primera generación de esta familia en Tenerife, originarios de Pravia, tenían allí, desde muy antiguo, su casa solariega. Vide Francisco SARANDECES: Heráldica de los apellidos asturianos. Real Instituto de Estudios Asturianos. Oviedo, 1994, p. 237.
[4] Expediente matrimonial de don José Menéndez y doña María Remedios de Paz, también llamada González de Paz, 5 de abril de 1807. Archivo parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife.
[5] Rafael Justo Genaro Agustín del Socorro Meléndez de Paz, nació el 29 de mayo de1808 y fue bautizado el 1 de junio siguiente.
Miguel José Meléndez de Paz, n. el 10 y fue b. el 11 de mayo de 1809.
Joaquina Cesárea Juana María de los Dolores del Santísimo Sacramento Meléndez de Paz n. el 2 y fue b. el 27 de noviembre de1810.
Rafael Juan Jerónimo Remigio Meléndez de Paz, n. el 30 de septiembre y fue b. el 3 de octubre de 1812.
Ramón Saturnino María del Carmen Meléndez de Paz n. el 28 de noviembre y fue b. el 3 de diciembre de1814. Archivo parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife.
[6]Abelardo Meléndez Cabrera, n. el 28 de abril de1845. L. XXI, f. 116.
Enrique Meléndez Cabrera n. el 25 de diciembre de 1848. L. XXII, f. 153.
Eloísa Meléndez Cabrera n. el 25 de diciembre de 1848. L. XXII, f. 153.
Federico Meléndez Cabrera n. el 14 de marzo de1850. L. XXIV, f. 117.
Herminia Melendez Cabrera n. el 7 de enero de 1853. L. XXIV, f. 149v.
Ernesto Meléndez Cabrera n. el 21 de diciembre de1856. L. XXV, f. 325v.
Hortensia Meléndez Cabrera n. el 23 de enero de 1860. L. XXVII, f. 68v.
Luisa Meléndez Cabrera n. el 8 de agosto de 1862. L. XXVIII, f. 87v.
Aurora Meléndez Cabrera n. el 31 de diciembre de 1864. L. XXIX, f. 91.
Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife.
[7] MARTÍNEZ DE LA PEÑA, Domingo; Manuel RODRÍGUEZ MESA y Manuel Ángel ALLOZA MORENO: Organización de las enseñanzas artísticas en Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 1987.
[8] PAZ SÁNCHEZ, Manuel A. de: Historia de la francmasonería en Canarias (1739-1936). Cabildo Insular de Gran Canaria, 1984, p. 833.
[9] Revista de Canarias. Santa Cruz de Tenerife. Tomo II. Imprenta Isleña, 1880, p. 244.
[10] GUIMERÁ PERAZA, Marcos: El radical Marqués de la Florida (1837-1876). Aula de Cultura de Tenerife, 1982, p. 53.
[11] MARRERO RODRÍGUEZ, Manuela y Emma GONZÁLEZ YANES: El prebendado don Antonio Pereira Pacheco. Instituto de Estudios Canarios. La Laguna de Tenerife, 1963.
[12] Un dibujo de nuestro distinguido amigo el señor Don Ernesto Meléndez, sirvió al reputado artista Señor Masí, para grabar en madera el magnífico retrato del sabio canario Don Juan de Iriarte, que, con un ligero resumen de su vida y obra publicamos en la primera página del presente número.
[12 bis] Federico Sierra y Amat. Pintor, natural de Getafe, Madrid. Discípulo de la Escuela especial de Pintura, Escultura y Grabado. Vid.: M. Ossorio y Bernard: opus cit. p. 644.
[13] OSSORIO Y BERNARD, M.; opus cit., pp. 708 y 709.El retrato de don Alonso de Nava Grimón, se conserva actualmente en las Salas Capitulares de la Catedral de la Laguna. Su autor fue Juan de Abren y sus medidas 144 x 110 cm.
[14] El del general Morales, obra de Vicente Escobar, fechado en La Habana el 4 de marzo de 1824, se encuentra en las dependencias del Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y sus medidas son 110 x 80 cm. Arte Hispanoamericano en Canarias. Catálogo por Margarita RODRÍGUEZ GONZÁLEZ. Comisión del V Centenario del Descubrimiento de América. Diócesis de Tenerife. Instituto de Estudios Hispánicos. Excmo. Ayuntamiento del Puerto de la Cruz, 1992, pp. 58-60.
Sobre los retratos de los ilustrados canarios vid., Carmen FRAGA GONZÁLEZ: Los ilustrados canarios y sus retratos. Homenaje a Carlos III. Instituto de Estudios Canarios. La Laguna, pp. 75-106.
[15] José Masí del Castillo. Grabador en madera. Nació en Madrid en 1840 y fue alumno de la Escuela Superior dependiente de la Academia de San Fernando, donde alcanzó varios premios y luego de los artistas ingleses M. Crastons y Cárter. Realizó numerosísimos grabados para La Ilustración Española, la Ilustración Gallega y Asturiana, la Ilustración Militar, etc.
OSSORIO Y BERNARD, M.: Galería Biográfica de Artistas Empañoles del siglo XIX. Giner. Madrid, 1975, p. 431.
[16] ALLOZA MORENO, Manuel Ángel: La pintura en Canarias en siglo XIX. Aula de Cultura de Tenerife. 1981, p. 204.
[17] Gabriel Cornelius von Max. Pintor de género y de historia nacido en Praga el 24 de agosto de 1840 y muerto en Munich el 24 de noviembre de 1915. vid. BENEZIT, E.: Dictionaire des peintres, sculpteurs, dessinateurs et graveurs. Tomo VII, Librairie Gründ. París, l976, p. 280.
[18] ALLOZA MORENO, Manuel Ángel: opus cit. p. 205.
[19] La Ilustración de Canarias. Imprenta Isleña, Santa Cruz de Tenerife, 1882, p. 100.
[20] DARIAS PRÍNCIPE, Alberto: Arquitectura y Arquitectos en las Canarias Occidentales. 1874-1931. Caja General de Ahorros de Canarias. Santa Cruz de Tenerife, 1985, pp. 157-158.
[21] HERNÁNDEZ PERERA, José: Orfebrería de Cananas. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, 1955, pp. 297-298.
[22] RODRÍGUEZ MOURE, José: Historia de la devoción del pueblo canario a Nuestra Señora de Candelaria. Santa Cruz de Tenerife, 1913, p. 262
[23] Partida de defunción de don Ernesto Meléndez Cabrera. Libro 35, f. 153. Archivo de la Parroquia de Nuestra Señora de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife. Al margen: Don Ernesto.
En la Ciudad de Santa Cruz de Santiago, Diócesis de Tenerife, Provincia de Canarias, á veinte y siete de Marzo de mil ochocientos noventa y uno. Yo el infrascrito Cura de esta Parroquia Matriz de Nuestra Señora de la Concepción, mandé dar sepultura eclesiástica al cadáver de D. Ernesto Meléndez y Cabrera, natural de esta Ciudad, soltero, de edad de treinta y cinco años e hijo legítimo de D. Rafael Meléndez y González, de esta dicha Ciudad y de Da. María Concepción Cabrera, de Arrecife en Lanzarote. No pudo recibir los Santos Sacramentos y falleció ayer, á las tres de la tarde, en la Calle de la Cruz Verde, siendo testigos de su defunción D. Elías González y D. Eduardo García, de esta vecindad. Y para que conste lo firmo. Fecha ut supra. Dr. Santiago Beyro y Martín. Rubricado.
[24] ALLOZA MORENO, Manuel Ángel: opus cit. p. 205.
[25] VEGA DE LA ROSA, Carmelo: La isla mirada. Tenerife y la Fotografia (1839-1939). Centro de Fotografía “Isla de Tenerife". Santa Cruz de Tenerife, 1995.

lunes, 16 de agosto de 2010

José Desiderio Dugour

JOSÉ DESIDERIO DUGOUR
Un naufragio afortunado
por
Carlos Gaviño de Franchy
I
    Nancy, según el Dictionnaire Universel D'Histoire ef Géographie de M. Bouillet, fue fundada en el siglo XII, convirtiéndose más tarde en la capital de la Lorena. Carlos el Temerario la tomó en 1475 y, al año siguiente, la perdió pereciendo bajo sus muros, en 1477.
La Nanceium medieval, en el Departamento de la Meurthe, sobre el canal del Marne al Rin, se encuentra a trescientos diecinueve kilómetros de París. Obispado dependiente de Besançon y corte imperial, posee una Academia Universitaria, Facultades de Letras y Ciencias, Escuela Secundaria de Medicina, Escuela de Montes, Instituto y Escuela Especial de Sordomudos.
    La ciudad, dividida en dos villas, la vieja y la nueva, alberga varios edificios de interés arquitectónico y, además, una Sociedad de Ciencias, Letras y Artes, una biblioteca y un museo de pinturas, un jardín botánico y un gabinete de historia natural.
    En cuanto a la vida comercial, son famosos sus bordados y tejidos, tinturas, productos químicos y naipes. Se negocia con vinos, quesos, aceite, cuero, lana y hierro.
    A grandes rasgos esta era, algunos años antes de su muerte en Santa Cruz de Tenerife, la ciudad que vio nacer a José Desiderio Dugour.

II
    Joseph Dugour y Marie-Thérese Mauzand, burgueses ciudadanos de Nancy, tuvieron de su matrimonio a Michel, nacido en el mes de noviembre de 1792. Suponemos que, vinculada su familia a alguna de las actividades comerciales descritas, recibiría una educación aceptable, manifiesta en su espléndida caligrafía. En 1813 casó en su ciudad natal con Isabelle-Thérése Martín, nacida también en Nancy, en julio de 1798 [2].
    Durante su estancia en Nancy procrearon los esposos, además de Joseph, el primogénito, otros dos varones: Paul y Jules.

    En 1827, y por motivos que nos son desconocidos, pero que podrían resultar absolutamente comunes, emprendió viaje la familia rumbo a América.

    Su condición de botánico y la esperanza de vírgenes horizontes debieron influir en la decisión tomada por Michel Dugour; una determinación que, sin embargo, le apartaba de unas comodidades pedagógicas que hubieran sido idóneas para la educación intelectual y práctica de sus hijos.

    Es probable que Michel Dugour —si no existieron otros motivos de fuerza mayor que le hicieran abandonar su patria— tomara en consideración los privilegios escolares de los que había privado a su prole, esforzándose en procurarles una educación sustitutoria que reemplazara en la medida de lo posible las lejanas aulas de institutos y facultades.

    El barco en que viajaba la familia Dugour naufragó en las costas de África, aportando ésta, definitivamente, a la rada de Santa Cruz de Tenerife, el día 29 de noviembre de 1827. Joseph Desirée tenía trece años de edad, mientras que su madre, Isabelle, encinta de un mes, dió a luz en La Laguna, al primero de los Dugour canarios, Pedro Fernando, el 17 de julio de 1828.

    Años más tarde, con motivo del estreno en el Teatro de Santa Cruz de su obra Tenerife en 1492, don José Desiderio repartiría una hoja impresa en la que se leía:

A los habitantes de Santa Cruz de Tenerife; Pobre náufrago arribé a vuestras playas y me tendísteis una mano bienhechora... ¡Nunca, nunca lo olvidaré!
La riqueza y el brillo de vuestro idioma, su admirable estructura, su libre y variada sintaxis, hirieron desde luego mi impresionable corazón: más adelante, fueron mis delicias mis únicas delicias.
Leí con avidez las admirables páginas de vuestra historia, devoré con ansia las obras maestras de vuestros inmortales poetas, y... quise también, a ejemplo de los antiguos mejicanos, colocar mi piedra en el sacro monumento que levantaban en medio de la patria: nadie le daba su nombre, pero todos habían contribuido a edificarlo [3].

    De los hermanos de don José Desiderio, Paul Dugour, el segundo, contrajo matrimonio en Francia con una joven de nombre Geneviéve cuyo apellido ignoramos, y con la que tuvo varios hijos. Murió, a causa del cólera morbo, en Angers, en 1845.

    Jules Dugour, tercero de los hijos, se trasladó a los Estados Unidos de América, perdiendo todo contacto con la familia. No ha dado nunca de sus noticias [...] si es que no ha muerto [4], escribe don José Desiderio.
    El más pequeño, lagunero ya, Pedro Fernando, casó en la Isla de la Madera con Aurora Viejobueno de Olivera, estableciéndose posteriormente en Río de Janeiro donde tuvo tres hijos, de dos de los cuales conocemos sus nombres: Ivo y Ada.

    Los Dugour, luego de una corta estadía en La Laguna, se establecieron en el Puerto de La Orotava.  Sin embargo, José Desiderio vivió desde pequeño en Santa Cruz, a la vista de sus declaraciones en la fe de soltería, instrumento que le fue preciso obtener para contraer matrimonio con doña Peregrina Ruz y Sossa, en la parroquia matriz de Nuestra Señora de la Concepción, el día 7 de febrero de 1836, a los veintidós años de edad, ya que según declaración propia había nacido el día 13 de febrero de 1814 [5].
El joven Dugour, con apenas trece años de edad, quedó consignado a quien más tarde fuera su padrino de boda, el próspero comerciante don Francisco Riverol, que debió contribuir a que concluyera su formación, sin exceptuar los estudios mercantiles.

    Los padres de los contrayentes, don Miguel Dugour y don Rafael Ruz y Sossa, expresaron y firmaron su consentimiento al matrimonio, dando cumplimiento a la Real Pragmática de 28 de abril de 1807, relativa a los realizados entre hijos de familia. Les casó el presbítero don Domingo López y actuaron de padrinos el ya citado don Francisco Riverol y doña María Bertini de Venzano [6].

    Don Rafael Ruz y Sossa, padre de doña Peregrina, era oficial de la Contaduría de Canarias [7] y natural de Santa Cruz. Hijo de don José de la Encarnación Ruz [8], residente en esta villa desde 1798 y, casado en su parroquia matriz, con doña Teresa de Sossa y Aguilar, joven santacrucera nacida de los esposos don Francisco de Sossa y Martínez del Castillo y doña Leonarda de Aguilar y Viera [9].

    Don Rafael Ruz y Sossa celebró posterior matrimonio, el día 28 de agosto de 1831, con doña María de la Concepción Pérez y Baute, hija de don Cristóbal Pérez Bethencourt y doña María de la Concepción de Armas.

    El 27 de julio de 1835, ocho años despues de su llegada a la isla, don Miguel Dugour, a propuesta de don Manuel de Ossuna, que acababa de ser nombrado director del Jardín de Aclimatación de La Orotava, fue designado encargado o jardinero del mismo, con sueldo de 182,5 reales de vellón mensuales, además del importe de los productos que de él obtenía, principalmente del cultivo de hortalizas, al cual había destinado no sólo la huerta anexa al jardín, sino también una tira de terreno, todo a lo largo de la mitad oriental del mismo. A propósito de la actividad profesional de Miguel Dugour dice, textualmente, Masferrer y Arquimbau: 
    En los primeros años de este jardinero prosperó algo el establecimiento; pero luego decayó bastante; lo cual tampoco es de extrañar, pues fue tan desatendido por la superioridad, que al jardinero dejaron de abonársele las pagas correspondientes a los años 36 y 37, y luego la del año 43.

    En un inventario formado por Dugour en 31 de diciembre de 1846 consta que había en el recinto a su cargo 176 especies de árboles y plantas, de los que 37 eran antiguos y 139, nuevos. El botánico francés permaneció en su puesto hasta el 15 de agosto de 1860, fecha en que fue sustituido por don Germán Wilpredt [9 bis].

    Don Miguel Dugour falleció en el transcurso de la epidemia de fiebre amarilla que diezmó Santa Cruz de Tenerife, víctima de este mal, el 17 de noviembre de 1862, viudo de doña Isabel Teresa Martín desde 1841, año en el que murió ésta en el Puerto de La Orotava.

    Don José Desiderio Dugour y doña Peregrina Ruz tuvieron de su matrimonio nueve hijos: Julia, Emilia, Marñia de la Concepción, Alfonso, Luis, María de las Mercedes, Isabel, Ramiro y Peregrina [10].

III

    Sebastián Padrón Acosta hace referencia a la actividad pedagógica de don José Desiderio Dugour compartida, según este autor con su contemporáneo el maestro valenciano Don Juan de la Puerta Canseco [11], Lo cierto es que a la vista de nuevas investigaciones hubo otros muchos individuos que compartieron el honor de haber sido pioneros, sin más medios que su buena disposición, en el establecimiento de las escuelas primarias en Santa Cruz de Tenerife [12].

    Don José Desiderio abrió una academia en la que se impartían clases de Francés, Aritmética, Geografía e Historia [l3].

    Es más que probable que Dugour se hubiera formado a sí mismo —considerando los escasos medios de que se disponía en la población- bajo la tutela de su padre, don Miguel Dugour, y del comerciante don Francisco Riverol.

    Si nos atenemos a las asignaturas que se impartían en aquella academia y le suponemos cierto dominio en las materias que son motivo de enseñanza por parte de su propietario, es fácil conjeturar una educación autodidacta, práctica, relacionada con la vida comercial. Don José Desiderio dió clases de un idioma, el francés, que fue el suyo hasta los trece años de edad, que compartió con sus padres y que, desde luego, usó el resto de su vida en el desempeño de la secretaría del consulado de Francia, que ejerció. El hecho de que el íntimo cuaderno de notas del que hemos dispuesto esté escrito en español, nos mueve a pensar en una adopción electiva de este idioma —en el que, por otra parte, están escritas todas sus obras, a diferencia de lo que sucede con las de Sabin Berthelot— o en la prevision de que sus descendientes no hablaran el francés, entorpeciendo la funcionalidad del registro.
    La Aritmética y la Geografía constituyen en la formación mercantil de la época dos potentes auxiliares. No puede concebirse el comercio desde la plataforma insular sin los conocimientos que aporta la segunda. La historia puliría el perfil del hombre de negocios proporcionando ejemplos, evitando la imitación involuntaria de rutinarios errores.

    A los treinta años de edad fue nombrado maestro, tras la dimisión de don Cayetano Fuentes [14] y, al regreso de su estancia en la isla de Lanzarote. El profesor Cioranescu cree que se debe a las gestiones de Dugour la apertura de una escuela gratuita en el antiguo convento franciscano en el año 1846 [15].

    En el estudio biográfico que nos dejara el sacerdote don Sebastián Padrón Acosta se compara a don José Desiderio Dugour con Alberto Lista.
    Así, su pequeño establecimiento escolar sería la Casa de Educación de la calle de San Mateo en Madrid, Y los alumnos: Espronceda, Ventura de la Vega, el conde de Cheste, Diego de León, nuestros próceres coloniales y románticos. Se podría hablar de cierto juego de cristales ópticos en esta afirmación. La disposición del catalejo amplía o minimiza, pero sí parece cierto que se mire por el lado que se mire y por pequeña que pueda resultar nuestra visión insular, el cristal es el mismo. Los discípulos de don José Desidero Dugour pugnaron con sus composiciones en frágiles y circunstanciales academias del mirto y siguieron a su Anfriso, tanto en el deleite artístico como en su aspiración compartida a facilitar conocimientos útiles y positivos [16]. Algunos de ellos dejaron escritas sus opiniones sobre el excelente maestro [17].
IV
    No es nuestro propósito entrar en un estudio crítico de ella. Lamentablemente y en el estado actual de nuestras investigaciones, ni siquiera podemos aportar una bibliografía que la inventaríe de forma exhaustiva. Nos limitamos pues a dar unos pocos títulos, con la certeza de que algunos son desconocidos incluso por quienes citan a Dugour, dada la dificultad manifiesta para consultar su obra.

    Creemos de urgencia un estudio profundo de la figura de este polígrafo que contempló la realidad isleña desde la supuesta imparcialidad de su forasteria pero que, a la postre, adelantó opiniones nacionales en     las que, aún haciendo gala de cierta elegante indulgencia para con el orgulloso pueblo conquistador, se declaró convencido partidario de la actitud pacífica y civilizada de la raza vencida.

    Dice Padrón Acosta:

    Trató Dugour de las materias más diversas: desde asuntos de agricultura hasta cuestiones de poesía. Fue periodista, biógrafo, dramaturgo, historiador, poeta, crítico teatral, ensayista de costumbres y cultivador de la leyenda [18].

    A todo esto habría que añadir que fue además actor, tenor de atemperada voz y activísimo animador en un sinnúmero de eventos culturales llevados a buen fin en su tiempo.
Una hermosa evocación de esta época nos da María Rosa Alonso en su libro En Tenerife, una poetisa. Victorina Bridoux y Mazzini 1835-I862 [19].
    Entre los proyectos de nuestro don José D. Dugour cabe destacar la dirección de El Museo Canario [1867-1868] la más notable de las publicaciones de su género que entre nosotros había existido. No venimos á regenerar, pero venimos á impulsar decía en el prospecto su entusiasta redacción, y lo consiguieron. Su colección está llena de muy buenos artículos históricos, literarios, biográficos, científicos y bellísimas poesías; obra en su mayor parte de hijos de estas islas, maestros unos y aficionados otros a escribir para el público. Contaba además con la colaboración de escritores peninsulares ventajosamente conocidos en la república de las letras. Fue su Director D. José D. Dugour, el laborioso periodista, poeta y autor dramático á quien no podemos olvidar los que de él algo aprendimos; y redactors D. José M. Pulido, D. Alfonso Dugour, D. Rafael Calzadilla y D. Jacinto Aparicio [20].

    Redactor y administrador del semanario La Aurora de Santa Cuz de 1847 a 1848; redactor de El Instructor y recreo de las damas, de 1852 a 1853; de El Teide; y director ocasional del Eco del Comercio en diferentes periodos entre 1852 y 1869, colaboró en El Ramillete de Canarias [1866-1867] junto a su hijo Alfonso.

    Asimismo, participó en la creación, en 1854, de la Sociedad de Aficionados al Arte de la Declamación de la que fue presidente, al tiempo que la dirigía don José Suárez Guerra [21]  —otro paladín de la intelectualidad romántica, boticario, político y extraordinario actor— y la integraban: Ángela Mazzini, Victorina Bridoux de Domínguez, Dolores Suárez Guerra, Emilia Dugour y Ruz, María Domínguez, Eloísa Pérez, José y Juan Lentini, Claudio y Severiano Sarmiento, Savoie, Eugenio Cambreleng, Lecuona, José Calzadilla y Quevedo, Vicente Bonnet, José Chamorro y Olmo y Miguel Miranda [22]. 
    Presidió don José Desiderio otra sociedad dramática —Talía— que había comenzado sus actividades en 1870 y tenía su sede social en la calle de La Luz, hoy de Imeldo Serís [23].

 V

    La obra literaria de Dugour fue publicada en periódicos en los que las más de las veces ejerció como director o redactor. Así es el caso de La Aurora (1847-1848), del que era propietario don Pedro Mariano Ramirez, dueño también de la Imprenta Isleña, a cargo del regente D. Miguel Miranda, en la que se imprimía, y que realizó la mejora de reunir en sus columnas las manifestaciones del genio canario, que antes de él tenemos que buscar en periódicos de bien diversa índole [24]. Su consejo de redacción lo integraban Carlos Esteban Guigou, José Plácido Sansón, Ignacio de Negrín, Manuel Marrero y Torres y el propio Dugour. Es opinión tanto del profesor Cioranescu [25] como de don Francisco Martínez Viera que don José Desiderio era el alma de este semanario de literatura y artes [26].

    En La Aurora se dieron a la estampa algunos de los mejores trabajos literarios de Dugour, cuentos basados en el sustrato de supuestas leyendas canarias: La cuesta de los Habares; Guadarfé, ojo de cuervo; Un drama en Montaña Clara y gran parte de sus estudios biográficos sobre «naturales» de estas islas que destacaron en la lucha defendiendo sus intereses de la presencia brutal de los conquistadores: Tinguaro, el bravo; Doramas, guanarteme de Telde; Tanausú, señor de Eceró; Bencomo el grande, rey de Taoro, inspirados en sus continuas lecturas del Poema de Viana y Tinerfe el grande, publicado en El Ensayo, el 18 de marzo de 1877.

    En el territorio de la biografía, en el que parece desenvolverse tan a gusto don José Desiderio, habría que destacar, aparte los apuntes ya citados, otro trabajo de mayor empeño que interpreta la vida y labor de don Manuel Marrero y Torres, joven poeta y amigo, desaparecido a causa del mal de la época, a los treinta y dos años de edad. Con fecha 6 de febrero de 1855, se insertó en el tomo de Poesías impreso el mismo año de la muerte del poeta, en la Imprenta Isleña a cargo de Manuel Savoie. En este volumen, en el que colaboró con un texto introductorio doña Ángela Mazzini, se incluyeron poemas fúnebres de Sarmiento, Lentini, Bridoux y los propios Mazzini y Dugour, leídos el día del entierro del poeta.

    Don José D. Dugour, que figuraba como administrador y que debió ser el redactor-clave de La Aurora, probablemente el director, abordó en ella asuntos del mayor interés en todos los órdenes y aspectos, dedicando asimismo a las bellas letras parte de su entusiasta labor [27], nos dice don Francisco Martínez Viera, quien llama la atención sobre el hecho de que tres de las personalidades más interesantes de nuestro siglo diecinueve, de origen francés, y canarios de adopción, tomaron parte en aquella aventura periodística: el historiador Sabin Berthelot, y el músico, estrechamente ligado por lazos familiares a Dugour, Charles Etienne Guigou.

    Otros aspectos de la preocupación constante de don José Desiderio por el progreso y el bienestar del país quedan de manifiesto en trabajos dirigidos a excitar las inteligencias locales, de suyo casi siempre aletargadas, en la vía de la enmienda de errores tradicionales y el destierro del analfabetismo de los isleños.

    Dirigió Dugour temporalmente, como ya dijimos, El Eco del Comercio (1852-1869), cometido que continuaron Rafael Calzadilla, José B. Lentini, Ildefonso Llorente y Miguel Villalba Hervás.

    Formó parte, finalmente, de la plantilla de El Teide (1862-1863) bien escrito periódico de intereses materiales, en cuya colección se encuentran notables artículos de ciencias, bellas artes y costumbres, compartiendo la redacción con Gaspar Fernández, Ramón Gil-Roldán, Agustín Guimerá y Nicolás Alfaro [28].

IV

    Tras la inauguración, la noche del domingo 26 de enero de 1851, del nuevo teatro, comienza una etapa de animación inusitada en el coliseo tinerfeño. En él se estrenaría el 31 de octubre la pieza nunca representada en ningún teatro, original del apreciado escritor, vecino de esta capital, don José Dugour, titulada El hombre propone y Dios dispone. Ésta fue la segunda obra de auror local (de autor tinerfeño diríamos mejor, porque lo era de corazón), estrenada en nuestro coliseo, y la tercera también correspondió al inolvidable historiador y poeta, tan vinculado a nuestro país, en el que tales huellas dejó que tenemos el deber de considerarlo como nuestro. Pero este segundo estreno de don José Desiré Dugour, revistió honores de acontecimiento y fue un homenaje del esclarecido escritor a la tierra que consideró como suya.

    El 26 de noviembre, con carácter extraordinario se celebró una función a beneficio del actor don Lutgardo Fernández Gómez y se escenificó el drama en cuatro actos y un prólogo La Reina Faina, completando el espectáculo un juguete en un acto: Agencia matrimonial, del propio Dugour.

    Tenerife en 1492, el drama de Don José Desiré Dugour está basado en la conquista de la isla y es obra bien versificada y su complicado argumento está planeado y desarrollado con gran maestría, evidenciando las excelentes condiciones y el conocimiento que de la técnica teatral poseía el venerado escritor [30].

    Otras obras teatrales de Dugour permanecen aún en un olvido mayor; Un corazón de otros tiempos, drama dedicado a la Sociedad Dramática de Santa Cruz de Tenerife, escrita en 1858; Quien porfía mata callando, comedia de 1865; Rafael de Urbino, drama que lleva la fecha de 1870 y Una noche en Santa María de la Rábida, drama y Poder contra poder, drama presentado en la Sociedad Talía en julio de 1870, que constituyó un éxito del actor y de los actores aficionados los jóvenes: Fernando del Hoyo, Rafael Calzadilla, Alfonso Dugour Ruz, José Eugenio Calzadilla, Juan Rumeu, Nicolás Redecilla, José Tabares Bartlett, Isidoro Romero, Ramiro Dugour y Carlos Lachapelle. Mnez Viera... 
    El hombre propone y Dios dispone, segunda pieza de autor local estrenada en el teatro municipal el 31 de octubre de 1952.
    Un hambriento, obra estrenada en la Joven Democracia, sociedad presidida por don Elías Zerolo, es teatro sin pretensiones […], pregonero de un noble afán, hogareño, sencillo como su autor, pero con aciertos indiscutibles, con destellos geniales, era el fuerte de los aficionados en aquellos años y en muchos después según  Martínez Viera.

VII

    Ya desde su estancia en el Puerto de Arrecife manifestó don José Dugour su interés por la historia y la geografía de las islas. En 1848 y, en La Aurora, publicó una Descripción Geográfica de la Isla de Lanzarote, llena de sugestivas anécdotas. En la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife se encuentra un manuscrito inconcluso e inédito de una Historia de las Islas Canarias, hallado por Padrón Acosta y, probablemente depositado en esta institución, por el presbítero don José Rodríguez Moure o sus herederos.

    Obra póstuma, impresa por iniciativa de sus discípulos y amigos, en 1875, son sus Apuntes para la historia de Santa Cruz de Tenerife, que alcanzó  una segunda edición, estampada el mismo año en la Imprenta J. Benítez y Compañía, calle de San Francisco, núm. 8.

    Quizá sea éste el primer paso para la recuperación de la obra completa de un autor que aún resulta de lo más estimulante, manteniendo, siglo y medio después de ser escrita, indudables signos de actualidad. Si el teatro y la poesía de Dugour son hoy piezas valiosísimas de museo, sus textos de advertencia y recuperación curiosa de ciertos aspectos de la canariedad, nos muestran el enorme interés que, en lo esencial, siguen despertando.

    El inolvidable profesor de instrucción primaria, el laborioso diplomático, falleció a las tres de la tarde del día diez de marzo de 1875, en la casa núm. 13 de la calle de La Marina, a causa de una congestión cerebral [32].

VIII

    Un retrato al óleo de su autor, que quizá se deba a la mano del pintor, también de origen galo, don Cirilo Truilhé, nos muestra la figura de don José Desiderio, sentado ante una mesa en la que se apilan algunos libros, sin haber abandonado su físico aún el aspecto de una tamprana madurez.

    En este óleo se representa, en la lejanía y a través de una ventana, el pico de Tenerife, dominando el Jardín de Aclimatación de La Orotava. Quizás sea ésta la más antigua representacion del interior del este recinto. Don José Desiderio optó por la imagen de la mítica montaña para que le acompañara en el intento de pervivencia que todo retrato supone.

    Otros precedentes de retratos canarios que introducen el paisaje teideano nos ofrece Clementina Calero Ruiz en su estudio “El Teide en la plástica del siglo XIX: Luis de la Cruz y Ríos” publicado por el Cabildo de Gran Canaria en el tomo VII de los Coloquios de Historia Canarias-América, cuando cita el de don Estanislao de Lugo-Viña y Molina, pintado alrededor de 1800 y el del comerciante irlandés don Patricio Murphy y Meade, que lleva fecha de 1807, realizados ambos por el que fuera pintor de Cámara del rey Fernando VIl.


   
Trabajos de Dugour publicados en La Aurora; El Ramillete de Canarias; El Ensayo [no nos ha sido posible consultar una colección completa]; El Museo Canario y La Ilustración de Canarias.

TEMAS DIVERSOS

1. “Educación. Introducción”. La Aurora, 26 de septiembre de 1847.
2. “Educación”. La Aurora, 12 de diciembre de 1847
3. “Educación. Instrucción primaria. Métodos de enseñanza”. La Aurora, 12 de diciembre de 1847.
“Instrucción material del pueblo”. La Aurora. 19 de marzo de 1848.
“Instrucción material del pueblo”. La Aurora. 26 de junio de 1848.
“Tipos canarios. El costero I”. La Aurora, 13 de febrero de 1848.
“Tipos canarios. El costero II”. La Aurora, 20 de febrero de 1848.
“Ensayos de costumbres. El tango”. La Aurora, 12 de septiembre de 1847.
“Ensayos de costumbres. Los compadres”. La Aurora, 29 de febrero de 1848.
“Agricultura. Industria. Historia de la cochinilla de nopal”. La Aurora, 5 de septiembre de 1847.
“Agricultura. Industria. Historia de la cochinilla de nopal. Conclusión. Cultivo del nopal en Méjico”. La Aurora, 12 de septiembre de 1847.
“Literatura. El estilo”. El Ramillete de Canarias, 5 de agosto de 1866.
“Estudios sociales. Un alma de cántaro”. El Museo Canario, 15 de diciembre de 1867.
“Estudios sociales. El hombre feo”. El Museo Canario, 27 de enero de 1868.
“Estudios sociales. Una amiga terrible”. El Museo Canario, 5 de marzo de 1868.
“De la literatura en Canarias”. El Museo Canario, 12 de enero de 1868.
“Estudios históricos. Los mormones”. El Museo Canario, 12 de enero de 1868.
“El burro”. El Museo Canario, 19 de enero de 1868.
“Ciencias. La vida y la alimentación”. El Museo Canario, 19 de enero de 1868.
“Una lágrima”. El Museo Canario, 12 de febrero de 1868.
“Estudios geográficos. Marruecos. Topografía y población”. El Museo Canario, 19 de febrero de 1868.
“Estudios geográficos. Marruecos. Su gobierno y organización”. El Museo Canario, 27 de febrero de 1868.
“Estudios geográficos. Marruecos. Fuerzas militares”. El Museo Canario, 5 de marzo de 1868.
“Estudios geográficos. Marruecos. Estado de la Literatura”. El Museo Canario, 12 de marzo de 1868.
“Estudios geográficos. Marruecos. Agricultura”. El Museo Canario, 19 de marzo de 1868.
“Estudios geograficos. Marruecos. Comercio exterior e interior”. El Museo Canario, 27 de marzo de 1868.
“Literatura indiana”. El Museo Canario, 12 de abril de 1868.
“La pena del Talión”. El Museo Canario, 12 de abril de 1868.
“La pena del Talión. Continuación”. El Museo Canario, 19 de abril de 1868.
“La pena del Talión. Continuación”. El Museo Canario, 29 de abril de 1868.
“La pena del Talión. Conclusión”. El Museo Canario, 5 de mayo de 1868.
“Curiosidades etnográficas. Los lapones”. El Museo Canario, 19 de abril de 1868.
“Las fábulas en acción. La cigarra y la hormiga”. El Museo Canario, 12 de mayo de 1868.
“La artillería moderna”. El Museo Canario, 12 de junio de 1868.
“Fórmulas de saludo”. El Museo Canario, 30 de septiembre de 1868.
“Preguntas y respuestas. ¿A qué siglo pertenece el año 1800?”. El Museo Canario, 15 de octubre de 1868.
“El Gulf stream”. El Museo Canario, 30 de octubre de 1868.
“Preguntas y respuestas. ¿Ha sido Cleopatra picada por un áspid?”. El Museo Canario, 30 de octubre de 1868.

VIAJES

“Viajes. La isla de Lanzarote”. La Aurora, 13 de julio de 1848.
“Viajes. La isla de Lanzarote. Continuación”. La Aurora, 20 de julio de 1848.
“Viajes. La isla de Lanzarote. Yaiza y su jurisdicción”. La Aurora, 27 de julio de 1848.
 “Recuerdos de viajes. La semana de los tres jueves”. El Museo Canario, 7 de octubre de 1868.

BIOGRAFÍAS

“Estudios biográficos. Introducción”. La Aurora, 5 de septembre de 1847
“Estudios biográficos. Bencomo el grande, mencey de Tahoro”. La Aurora, 7 de noviembre de 1847.
“Estudios biográficos. Tanausú, Señor de Eceró. (Palma)”. La Aurora, 10 de octubre de 1847.
“Estudios biográficos. Doramas. Guanarteme de Telde”. La Aurora, 3 de octubre de 1847.
“Estudios biográficos. Tinguaro el bravo”. La Aurora, 12 de septiembre de 1947.
“Don Jose Clavijo y Fajardo”. La Iustración de Canarias, 15 de diciembre de 1882.
“El general Morales”. La Iustración de Canarias, 31 de diciembre de 1882.
“Tinerfe el grande”. La Ilustración de Canarias, 15 de septiembre de 1883.
“Tinerfe el grande”. El Museo Canario, 30 de septiembre de 1868.
“Ruiz de Padrón”. La Ilustración de Canarias. 15 de octubre de 1883.
“Theodoros. Negus de Abisinia”. El Museo Canario, 12 de febrero de 1868.
“Semblanzas contemporáneas. Giuseppe Verdi”. El Museo Canario, 19 de febrero de 1868.
“Estudios biográficos. Mr. Disraeli. Primer ministro de Inglaterra”. El Museo Canario, 5 de abril de 1868.
“Estudios históricos. El marabú Al-Hadjí Omar”. El Museo Canario, 19 de mayo de 1868.
“Estudios históricos. Savonarola I”. El Museo Canario, 19 de agosto de 1868.
“Estudios históricos. Savonarola II”. El Museo Canario, 27 de agosto de 1868.
“Estudios históricos. Savonarola III”. El Museo Canario, 23 de septiembre de 1868.
“Apuntes biográficos. Diógenes”. El Museo Canario, 15 de septiembre de 1868.
“Canarios ilustres. Don Francisco Aguilar y Leal”. El Museo Canario, 23 de octubre de 1868.
“Don Manuel Marrero y Torres”. La Ilustración de Canarias, 15 de marzo de 1884.

CUENTOS
“Las flores. Cuento”. El Museo Canario, 23 de octubre de 1868.


POESÍA
“A una joven poetisa. Consejos”. La Aurora, 14 de noviembre de 1847.
“Tristezas”. La Aurora, 9 de abril de 1848.
“Balada”. La Aurora, 26 de junio de 1848.
“Mi ruego. Soneto”. El Ramillete de Canarias, 5 de febrero de 1866.
“¿….”.  El Ramillete de Canarias, 5 de febrero de 1866.
“A José B. Lentini, arrebatado en la flor de sus años, el 30 de octubre de 1862. Dolora”. El Ramillete de Canarias, 2 de noviembre de 1866.
“A Fernada Siliuto, 1859-1866”. El Ramillete de Canarias, 2 de noviembre de 1866.
“A Victorina Bridux, 1862-1866”. El Ramillete de Canarias, 2 de noviembre de 1866.
“A una joven poetisa que pedía versos al autor”. El Ramillete de Canarias, 5 de noviembre de 1866.
“Mi destino”. El Ramillete de Canarias, 15 de noviembre de 1866.
“El Canto del Esclavo”. El Ramillete de Canarias, 21 de noviembre de 1866.
“Tinieblas. Soledad”. El Ramillete de Canarias, 29 de noviembre de 1866.
“A una llave”. El Ramillete de Canarias, 21 de diciembre de 1866.
“A Creta”. El Ramillete de Canarias, 13 de marzo de 1867.
“A Venecia”. El Ramillete de Canarias, 15 de febrero de 1867.
“La dos rosas”. El Museo Canario, 5 de abril de 1868.
“Al Teide”. El Ramillete de Canarias, 21 de julio de 1866; El Ensayo, 24 de febrero de 1877 y La Iustración de Canarias, 15 de enero de 1883.
“A las Islas Canarias”. El Ramillete de Canarias, 29 de julio de 1866 y El Ensayo, 23 de septiembre de 1877


LEYENDAS CANARIAS

“Guadarfé, ojo de cuervo”. La Aurora, 9 de abril; 16 de abril; 25 de abril; 30 de abril; 14 de mayo; 28 de mayo; 11 de junio y 18 de junio de 1868
“La cuesta de los Habares”. La Aurora, 30 de julio y 6 de agosto de 1848.
“Pedro el gomero. Leyenda canaria”. El Ramillete de Canarias, 29 de septiembre; 5 de octubre; 15 de octubre; 21 de octubre; 2 de noviembre; 5 de noviembre; 15 de noviembre; 21 de noviembre; 29 de noviembre; 5 de diciembre; 13 de diciembre; 21 de diciembre; 29 de diciembre de 1866; 5 de enero; 13 de enero; 21 de enero; 29 de enero; 5 de febrero; 15 de febrero; 21 de febero; 29 de febrero; 13 de marzo; 21 de marzo; 29 de marzo; 13 de abril y 29 de abril de 1867.
“Guajara la loca”. El Ramillete de Canarias, 5 de julio; 13 de julio y 21 de julio de 1866.
“Un drama en Montaña-Clara”. El Museo Canario, 5 de junio; 12 de junio; 19 de junio; 29 de junio; 5 de julio; 12 de julio; 19 de julio; 5 de agosto; 12 de agosto; 19 de agosto; 29 de agosto; 7 de septiembre; 15 de septiembre; 23 de septiembre; 30 de septiembre; 23 de octubre y 30 de octubre de 1868.


NOTAS
[1] Editado por Librairie de L. Hachette et C., París, 1867 (Vigésima ed.).
[2]  Cfr. Cuaderno de curiosidades de José Desiderio Diigour, s.d. [Archivo José Maldonado Calzadilla, bisnieto del autor]. Los concisos datos familiares sobre los primeros Dugour de los que tenemos referencia, sus hijos, vecinos o naturales ya de la isla de Tenerife y sus descendientes, proceden en su mayor parte de un cuadernillo manuscrito por don ]osé Desiderio, en poder hoy de uno de sus bisnietos. Este tipo de registros, de los que conocemos varios ejemplos existentes en otras familias de la burguesía tinerfeña, se limitaban a dar razón, como si de un libro de contabilidad se tratara, del movimiento demográfico doméstico y, en la mayoría de los casos, omiten cualquier aspecto anecdótico, ciñéndose a aquellas circunstancias que pudieran ser susceptibles de facilitar la búsqueda y localizadón de documentos públicos. En el caso de los Dugour, tan vinculados a la villa y puerto de Sanca Cruz de Santiago, el hallazgo de partidas sacramentales y documentos notariales resulta especialmente cómodo, pero piénsese en la utilidad de estos cuadernos cuando las familias se alejan de una misma población, dispersándose en las islas o las colonias americanas.
De él, y a pesar de lo estricto de su redacción, entresacamos sin embargo el tejido enmarañado de enlaces entre miembros de una comunidad con iguales intereses sociales y culturales. Los hijos de Dugour casan con los de sus amigos y colaboradores en sus empresas comerciales o intelectuales, y, cuando esto parece poco, vuelven a casarse entre sí.
[3] Texto tomado de Francisco MARTÍNEZ VIERA: Anales del Teatro en Tenerife. Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, 1991. Segunda edición, p. 56.
[4] Vid. nota 2.
[5] Ibídem.
[6] Cfr. Expediente de matrimonio. Parroquia de la Concepción. Santa Cruz de Tenerife,
1838.
[7] Ejercía este cargo en 1831 (cfr. Expediente de matrimonio de don Rafael Ruz y Sossa y doña María de la Concepción Pérez y Baute. Parroquia de la Concepción. Santa Cruz de Tenerife, 28 de agosto de 1831. Véase Partida de Matrimonio, f. 86v, libro 11.
[8] Don José de la Encarnación Ruz, natural de Maracaibo, residente en esta villa desde hace un año, hijo de don Rafael Ruz y doña Remedios Pérez, contrajo matrimonio con doña Teresa de Sossa y Aguilar, en la parroquia matriz de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, el día 14 de enero de 1799. Cfr. Partida de matrimonio, f. 7, libro 9.
[9] Don Francisco de Sossa, natural de Santa Cruz de Tenerife, hijo de don Francisco de Sossa y de doña Margarita Martínez del Castillo, casó con doña Leonarda de Aguilar, hija de don Bernardo Tomás de Aguilar y de doña María Josefa Viera, en la parroquia matriz de la Concepción de Santa Cruz de Tenerife, el 10 de abril de 1778 . Cfr. Partida de matrimonio, f. 234, libro 6.
[9 bis] MASFERRER Y ARQUIMBAU, Ramón: El Jardín de Aclimatación de La Orotava. Imprenta Orotava. Villa de Orotava, 1911.
[10] El 28 de noviebre de 1836, a las seis de la tarde vino al mundo en Santa Cruz la que sería la mayor de los hijos de don José Desiderio y doña Peregrina Ruz, Julia Francisca Saturnina. La llevaron a la pila los mismos don Francisco Riverol y doña María Bertini que habían actuado de padrinos en la boda de sus padres.
Julia Dugour y Ruz casó en la Concepción de Santa Cruz, a los veintitrés años de edad, con Carlos Guigou de Castillo, hijo de Charles Etienne Guigou Pujol, nacido en Orange, Francia, en 1802, y de doña Matilde de Castillo Hernández, natural de Santa Cruz, que lo era de don Matias de Castillo Iriarte y dona María Antonia Hernández y Riverol.
Carlos Esteban Guigou se avecindó en Santa Cruz de Tenerife en 1827, al tiempo que u amigo y futuro colaborador José Desiderio, a quien llevaba doce años de edad. Fundador de la Sociedad Filarmónica de Santa Cruz (1827) y su primer presidente. En 1838-40 fue director de orquesta de la ópera, en el Teatro Tacón de La Habana. Regresó a Santa Cruz y falleció el día 8 de noviembre de 1851. La vida y obra de Carlos Esteban Guigou, han sido estudiadas por Armando Alonso, autor de un interesante trabajo publicado recientemente. Julia y Carlos Guigou emigraron a Cuba y partieron hacia La Habana el 8 de mayo de 1859. De este matrimonio nacieron seis hijos, el primero de los cuales murió a los ocho
días, siguiéndole Amelia, nacida en 1861 y fallecida en 1876, Dolores Elena que vino al mundo el 27 de junio de 1863, José Justo, Carlos y Francisco. Emilia Dugour, segundo de los hijos de nuestro biografiado, nació también en Santa Cruz de Tenerife el día 3 de febrero de 1838 y se le bautizó en la parroquia de la Concepción.
Fue su madrina doña Inés de Sossa, tía de su madre.
Casó Emilia Josefa Dugour y Ruz, en la citada parroquia, el dia 22 de julio de 1876 con
José Eugenio Calzadilla y Calzadilla, hijo de don Rafael Calzadilla Martínez de Velasco y de doña María del Carmen Calzadilla y Quevedo y tuvieron tan sólo una hija: María del Carmen Calzadilla Dugour, que vino al mundo en Santa Cruz de Tenerife el 29 de abril de 1877 y casó con su primo hermano don José Maldonado y Dugour, coronel de Artillería y presidente de la Mancomunidad Provincial Interinsular. Emilia Dugour falleció la noche del día 12 de diciembre de 1910.
Fue tercera de los hijos María de la Concepción Isabel Antonia Matea que nació en Santa Cruz el día 20 de septiembre de 1840 y fue apadrinada en el bautismo por su abuelo materno don Rafael Ruz y Sossa. Murió el 17 de enero de 1877 a las tres menos cinco minutos de la tarde después de 17 años de enfermedad. Vid. nota 2.
Quien con el tiempo fuera reputado poeta, Alfonso Fulgencio Dugour y Ruz, vio la luz primera en el puerto del Arrecife de la Isla de Lanzarote, el dia 26 de junio de 1843, a las seis horas y veinte minutos de la mañana. Fue llevado a la pila de la parroquia de San Ginés por su tío político don Fulgencio Llinás, casado con doña Pilar de Sossa. Se habían establecido temporalmente sus padres en aquella isla donde don José Desiderio se encontraba al frente de negocios de cochinilla. Sea como fuere, es más que probable que don José tuviera recuerdos juveniles de aquel puerto, al que seguramente fue trasladada su familia, en 1827, con el resto de los supervivientes, tras el naufragio en las costas africanas.
El día 3 de junio de 1871 contrajo matrimonio en la Concepción de la capital tinerfeña con Kenelma Siliuto y Brigantyt, hija de don José María Siliuto y Ballester, natural de Villafranqueza, en Alicante, y de su segunda esposa doña Ana Briganty. Don José María Siliuto fue autor de un curioso Viaje al Pico de Tenerife y descripción geológica de este monte volcánico, publicado por el presbítero don Camilo Mojón, en la imprenta de don Vicente Bonnet, en 1846, veintidós años después, ya que la ascensión tuvo lugar la madrugada del día 21 de agosto de 1824. Estaba compuesto el grupo por amigos nacidos en varios puntos de Europa.
Kenelma Siliuto fue un personaje singular en la vida artística de la sociedad santacrucera de su época. Dotada de una voz excelente y cuidada, tomó parte en multitud de eventos dramáticos y musicales de nuestro incipiente teatro.
Alfonso Dugour y Ruz hizo compatibles su dedicación a la poesía y el periodismo con los lucrativos hábitos mercantiles de la clase burguesa a la que su familia pertenecía. Así aparece inscrito en las logias masónicas de la isla, con el nombre secreto de Anaga y la profesión de comerciante. Ingresó en la Logia en 1872 y, tras superar los oficios de orador, arquitecto y revisor, fue venerable en 1877-78. Cfr. Manuel A. de PAZ SÁNCHEZ: Historia de la Francmasonería en Canarias 1739-1930. Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1984.)
Murió en Santa Cruz de Tenerife, a los cuarenta y ocho años de edad, el día 4 de julio de 1892, dejando tres hijos: Alfonso, Ana y Archibaldo.
Quinto de los hijos de don José Desiderio fue Luis Miguel Rafael Cipriano, nacido también en Santa Cruz el 15 de septiembre de 1846 reinando en el pueblo la fiebre amarilla, nació a la una de la noche y fue su padrino don Rafael Ruz, hermano de su madre. Luis Dugour empezó a seguir estudios en el Instituto de La Laguna en septiembre de 1859 y fue licenciado en Medicina en la Escuela de Cádiz el 24 de julio de 1872, a los veinticinco años y diez meses de su edad.
Casó en la parroquia matriz de Santa Cruz el día 9 de noviembre de 1873 con María de la Concepción Rodríguez Moure, hermana del historiador don José Rodríguez Moure. Tuvieron cuatro hijos: Marina María del Carmen, Luis Isidro, María y Pilar.
Al igual que su hermano Alfonso, Luis Dugour Fue inscrito en la Logia Teide núm. 43 bajo el apelativo simbólico de Claudus, alcanzando el Grado 33 en 1901.
Falleció el Dr. Don Luis Dugour y Ruz en su ciudad natal el día 16 de mayo de 1913. Vid. nota 2.
María de las Mercedes Leonarda Teresa Dugour nació en Santa Cruz a las cinco de la tarde del día 17 de julio de 1850. Fue bautizada en la Parroquia Matriz el 26 siguiente, llevándola a recibir el sacramento su tía doña Pilar Sossa de Llinás.
Contrajo matrimonio con Rafael Calzadilla Calzadilla, nacido en la Isla de La Palma, licenciado en Derecho, notario del Ilustre Colegio de Santa Cruz de Tenerife y culto periodista.
De este matrimonio nacieron: Rafael Calzadilla y Dugour, alcalde accidental de esta ciudad, casado y, con posteridad, de doña Blanca Izquierdo de la Rosa. Emilio Calzadilla Dugour, licenciado en Derecho y notable jurisconsulto, que falleció en 1916, dejando viuda a doña Blanca Costa e Izquierdo, hija del célebre doctor en Medicina don Diego Costa de Grijalba y María de las Mercedes Calzadilla, mujer de don Ángel de Villa y López Ceballos, teniente coronel de Artillería.
Murió Rafael Calzadilla en Santa Cruz de Tenerife, el 27 de mayo de 1920.
Nació Isabel Dugour y Ruz en la noche del día 9 de septiembre de 1852. Fue padrino de su bautismo el abuelo paterno, don Miguel Dugour. Isabel casó en la iglesia parroquial de la Concepción, el día 11 de febrero de 1876, con Severino Maldonado y Ramas. Tuvieron seis hijos: Manuel José, María Dolores, José Desiderio, Julio, María Dácila y Adela.
Ramiro Domingo Julio Octavio, octavo de los hijos del matrimonio, nació en Santa Cruz el día primero de octubre de 1853, casó con Aurora Iglesias Rosado y falleció en dicha ciudad, como también lo hizo su hermana menor Peregrina, nacida el 16 de abril de 1860 y muerta el 19 de octubre de 1907.
[11] Cfr. Retablo canario del siglo XIX. Edición, notas e índices por Marcos G. Martínez. Aula de Cultura de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 1968, p. 112.
[12] Vid. Alejandro CIORANESCU: Historia de Santa Cruz de Tenerife, 1803-1977, t. IV, Caja General de Ahorros. Santa Cruz de Tenerife, 1977, p. 192 y Manuel RODRÍGUEZ MESA et alt: Homenaje a Sabino Berthelot en el centenario de su fallecimiento 1880-1980. Instituto de Esludios Canarios. La Laguna, 1980, pp. 110 y ss.
[13] Alejandro CIORANESCU, op. cit, p. 197.
[14] Ibídem. p. 339.
[15] Ibídem. p. 192.
[16] Cfr. ESPRONCEDA, José de: Poesías liricas y fragmentos épicos. Edición, introducción y notas de Robert MARRAST. Castalia. Cuarta edición. Madrid, 1984, p. 9.
[17] Vid., nota 10.
[18] Ibídem.
[19] Publicado por la Librería Hespérides, Santa Cruz de Tenerife, 1940. Dice así:
El domingo, 16, estrena don José Desiré Dugour su drama Un corazón de otros tiempos. Si nos acercamos al Teatro la noche del 16 de mayo tenemos la evidencia de encontrar muchas damas y caballeros desconocidos, pero tabién la de saludar con una inclinación de cabeza si es galán, con una sonrisa afectuosa sí es una dama, a muchos amigos nuestros y conocidos. En las butacas, en las lunetas y en los palcos, animado tiroteo de miradas; juegos de abanicos, magnificas toaletas e impecables pecheras blancas bajo rostros morenos y barbudos.
Allá dentro entre bastidores, las nerviosas patillas de don José Desiré amenazarían perderse entre los dedos de su dueño preocupado en el último detalle. Eugenio Cambreleng, tan galán siempre, darle el toque final a su corbata y Claudio Sarmiento discutiría en presencia de la señorita Eloísa Pérez un punto del papel que va a presentar con el amigo Savoie, mientras Carlos Miranda se ríe de los dos.
Don Nicolás Power entrarla para avisar que la orquesta estaba a punto y se detendría a saludar a la señora doña Ángela Mazzini, que presurosa, iba hacia un grupo de jóvenes. La etiqueta impide toda prisa y durante el tiempo que doña Ángela saluda al señor Power que ha compuesto ex profeso una pieza musical para esta memorable noche, el grupo de jóvenes da fin a su trabajo; Gumersindo Robayna y Francisco Aguilar fijan la decoración rebelde y recién hecha al paro que Nicolás Alfaro da los últimos brochazos a un portalón de fondo.
La función va a empezar. Don José Desiré y Eugenio Cambreleng aseguran que Viciorina Bridoux está bellísima. Y Victorina Bridoux que ha llegado acompañada de su esposo, sonríe amablemente. Cuando Nicolás Alfaro se asomó discretamente para observar al público, divisó allá en la puerca de salida el perfil delgado y agudo de José Benito Lentiní que habría salido a inspeccionar el maravilloso aspecto de la sala.
[20] Cfr. Elías ZEROLO en Revista de Canarias, núm. 2, 23 de diciembre de 1878, p. 28.
[21] Vid. MORALES MORALES, Alfonso; José Suárez Guerra (1825-1913). Real Academia de Medicina del Distrito. Santa Cruz de Tenerife, Canarias, 1984.
[22] MARTÍNEZ VIERA, Francisco: op. cit. p. 63.
[23] Vid.,  nota núm. 21, p. 94.
[24] Vid., nota núm 19.
[25] Vid.,  nota núm. 11, p. 277.
[26] Vid., MARTÍNEZ VIERA, Francisco: El antiguo Santa Cruz. Crónicas de la Capital de Canarias. Instituto de Estudios Canarios. Santa Cruz de Tenerife, 1968, p. 58.
[27] Ibídem.
[28] Vid., nota núm 19.
[29] MARTÍNEZ VIERA, Francisco: op. cit. p. 55.
[30] Ibídem, p. 56.
[31] Marcos G. MARTÍNEZ (edición, notas e índices) en Sebastián PADRÓN ACOSTA: Retablo Canario del siglo XIX, op. cit., p. 120.
[32] Vid., nota núm 19, p. 117.