domingo, 30 de junio de 2013

Manuel Reyes Brito (I)

Manuel Reyes Brito (I)

Nacimiento y familia


Manuel Reyes Brito. Fotografía anónima
            En el número 8 de la calle de Los Molinos de la ciudad de Santa Cruz de La Palma, vivienda que habitaba el matrimonio formado por el impresor don Tomás Manuel Reyes Díaz y su esposa, doña María del Pilar Brito de la Cruz, nació Manuel Reyes, a las dos de la madrugada del día 20 de agosto de 1892 [1].

           Reyes Díaz ejercía por aquel entonces como tipógrafo y fue, según Eliseo Izquierdo, el primer director, durante menos de dos meses de Amor Sapientiae, órgano informativo de la sociedad del mismo nombre de la capital palmera y segundo de los propietarios que tuvo la imprenta “La Lealtad” establecida en la citada ciudad. También regentó las imprentas “Los Remedios” y “La Innovadora” en la misma población [2].

           Un año antes del nacimiento de su hijo Manuel, el 15 de mayo de 1891, solicitó de la Comisión Provincial, y le fue concedida, autorización para usar las armas de La Palma en la cabecera del periódico que proyecta publicar en Santa Cruz de aquella isla con el título de Diario Oficial de Avisos, pero diez días más tarde le fue denegado dicho permiso, al carecer de requisitos legales, distintivo que sin embargo pudo exhibir don José E. Guerra Zerpa en el encabezado del que venía éste publicando con el título similar de Diario de Avisos. La Comisión resolvió, el 29 de mayo inmediato, dejar sin efecto la concesión hecha a favor de don Manuel Reyes Díaz. En 1897 aún figuraba como regente de la imprenta en que se tiraba El Grito del Pueblo [3].

           No sabemos con exactitud en que momento de su vida decidió don Manuel –o Tomás Manuel, como también era llamado- trocar su noble profesión y, abandonando el periodismo y las artes gráficas, dedicarse a la odontología, facultad en la que llegó a ser reputado como hábil y distinguido profesor.

           El matrimonio, con sus hijos José, Manuel, Emérito y Pilar, se estableció en Las Palmas de Gran Canaria en 1907 [4], y Reyes Díaz abrió consulta en Triana, compartiendo la clientela con los otros cirujanos-dentistas de la ciudad, dos de ellos, don Pedro Sánchez y don Juan Velázquez, con gabinetes abiertos en la misma calle Real, en los número 43 y 65, respectivamente; la viuda de Rossatti en la del Progreso y don Sebastián de la Nuez Aguilar, cuya dependencia clínica se encontraba en el número 11 de la calle del General Bravo [5].

           En esta ciudad permaneció la familia Reyes hasta el año 1916 en que nuestro facultativo decidió su traslado a la de Santa Cruz de Tenerife. El diario La Opinión del 8 de mayo hacía público


            que se encuentra en esta capital, donde, en una hermosa casa de la calle Pérez Galdós está montando un gabinete con todo el confort y adelantos modernos, el afamado odontólogo, don Manuel Reyes Díaz, y a quien saludamos y auguramos, dada su justa fama, una numerosísima clientela.


           Quince días después, el mismo periódico afirmaba que había llegado, procedente de Las Palmas, con objeto de fijar aquí su residencia, el odontólogo don Manuel Reyes, en compañía de su hijo el conocido y notable caricaturista señor Reyes y de sus demás familiares.

           Por último, el repetido rotativo, en su edición del 2 de junio, anunciaba que hoy ha quedado abierto, en la calle de San Lorenzo, número 6, el gabinete odontológico del afamado facultativo don Manuel Reyes, quien ha introducido en él todos los adelantos modernos.

           Hacia 1920 retornaron todos a Las Palmas y en su casa, marcada con el número 27, de la calle de Triana, falleció don Manuel Reyes Díaz, a los cincuenta y tres años de edad, el 22 de enero de 1922, a consecuencia de la afección pulmonar que, en poco años, minó la salud y llevó a la tumba a la totalidad de los integrantes de su familia [6].


Su formación




Manuel Reyes Brito: Autorretrato
           Cuantos se han ocupado, hasta el presente, de la biografía de Manuel Reyes Brito, nada han dicho sobre los pormenores de su formación intelectual primera. El escritor y periodista Pedro Perdomo Acedo [1897-1977], en su temprano comentario crítico a la obra de Reyes, publicado en la revista Florilegio, afirmaba que

           Estudiando por sí propio el dibujo; con sólo haber recibido varias lecciones de una artista exótica, decidnos si es cosa para afirmar que Reyes ha sido discípulo, que se ha educado y se encuentra en disposición de afrontar, sin peros, cualquier labor, artística.
           De ahí se deduce, en nuestro entender, el mérito del compañero. Trabajando solo, por su cuenta, ha logrado llegar a tener estilo propio con el lápiz en la mano. Tiene aciertos de trazo admirables con algunos desaciertos que no menguan su labor [7].


           Jaime Pérez García en la voz que le dedicó en su obra, Fastos biográficos de la Isla de La Palma, señala que era excelente dibujante y caricaturista, como su progenitor, y que éste había sido autor de un libro de caricaturas tituladoLíneas. Lo cierto es que Manuel Reyes Díaz, padre de nuestro dibujante, no fue el artífice de esa publicación, pionera entre las de su género en Canarias, como podemos comprobar por la siguiente noticia publicada en las páginas del diario El Progreso de Santa Cruz de Tenerife, el día 30 de junio de 1914:





Florilegio 1913
           De Las Palmas


           Caricaturas

           Se ha terminado de editar, y uno de estos días se pondrá la venta al precio de peseta y media, un álbum de caricaturas titulado «Líneas», obra del joven caricaturista, D. Manuel Reyes.

           La obra lleva un prólogo de nuestro ilustrado compañero, D. Arturo Sarmiento, y consta de dieciocho caricaturas de las presentadas en la Exposición organizada por la revista «Florilegio», que se celebró hace poco.


           No parece que su progenitor haya tenido papel preponderante alguno en la formación artística de Reyes Brito. En cuanto a la artista exótica, señalada por Perdomo Acedo como circunstancial maestra suya, y que otros estudiosos de nuestro personaje han querido identificar con la pintora tinerfeña Lía Tavío, resulta una suposición poco probable, si no imposible, toda vez que hasta 1910 permaneció la artista en su Puerto de la Cruz natal y, entre este último año y el de 1923, en que se estableció en Las Palmas, vivió en la península, acompañando a su marido en lo diversos destinos que desempeñó como empleado de Telégrafos [8].


           Hemos de establecer por ahora la conjetura de que debió estudiar el bachillerato, como otros jóvenes de su procedencia social, en uno de los colegios existentes en la ciudad de su nacimiento y el dibujo, de manera autodidacta, al amparo y con el conocimiento de las tendencias artísticas que pudo extraer de las publicaciones ilustradas nacionales y extranjeras que circulaban en las Islas, sin excluir otras impresas en el archipiélago, como Gente Nueva, donde pudo trabar un contacto inicial con el mundo de la caricatura personalizada.


La exposición organizada por la revista Florilegio

Manuel Reyes Brito: Diego Crosa y Costa [“Crosita”] (1917)/Juan Martí Dehesa (1917)/José Mesa y López (1913)

           Mostró Reyes sus obras por vez primera en El Gabinete Literario de Las Palmas, cuando contaba veintidós años de edad.

           La revista Florilegio, a cuya fundación había contribuido junto con Bartolomé S[antana]. Padilla y el ya citado Pedro Perdomo Acedo, y de la que formaba parte como miembro del consejo de redacción, fue responsable de la organización de la muestra que abrió sus puertas el domingo 4 de mayo de 1914.


           La Gaceta de Tenerife dio la noticia de este evento en su edición del 12 de mayo de dicho año en los siguientes términos:


           En una sala del «Gabinete Literario», se ha inaugurado la exposición de caricaturas del ingenioso dibujante D. Manuel Reyes Brito, quien ha recibido muchas felicitaciones, porque ha demostrado que reúne excelentes aptitudes para este difícil arte de la caricatura.


           Por su parte, Pedro Perdomo Acedo,abocetó un sincero retrato de su amigo y compañero de redacción, aportando los primeros datos fidedignos sobre la todavía corta biografía artística de Reyes en un artículo titulado “Soliloquios isleños. Reyes”, en el que describe con certeras agudezas personajes y caricaturas, que fue publicado en el número 38 de Florilegio, el 17 de mayo de 1914, que transcribimos a continuación:

           Quien viera a Reyes por esas calles con su blanco pantalón cubriendo unas piernas arqueadas a lo compás para medir superficies cilíndricas; su color moreno del rostro, en el cual resaltan unos ojos melancólicos decorados por ojeras grandes y pobladas cejas; quien se fijara en él no considerando sino esos detalles y el rayar de su peinado al centro de la cabellera, no podría adivinar siquiera que dentro de ellos mora un alma de artista y de irónico; para nosotros Reyes es un iluso del arte y de la ironía.



Manuel Reyes Brito: Autocaricatura.1914

           Su auto-caricatura es lo más sincero de la Exposición; en ella se nota cierto espíritu zumbón que, lejos de retocar su propia faz, hace resaltar unos labios brutos y toda una colección de líneas que cruzan el rostro desordenadamente. Auto-caricaturas hemos visto en que sus autores aparecen más correctos de figura que en varias fotografías. No puede pensarse cristianamente de los tales.

           Así Reyes se pinta deforme de piernas, arrugado, sin importarle un ardite lo que la gente pensara de ella, pues que a un alma enamorada del arte su propio goce y la propia satisfacción son los que mejor galardonean la labor realizada.

            o presumen estas líneas de crítica ni de apología; solamente representan un leve, insignificante juicio. Vaya ello para ciertas y determinadas fiambreras…

           En diciembre del próximo pasado año escribimos a propósito de Reyes lo siguiente:

“En otro ambiente, en otro sitio donde haya ambiente artístico, donde la noción del arte no esté supeditada a otras nociones con él incompatibles, donde aire de lucha se respire, donde la educación de un orientado sea factible, cosa imposible aquí, Manuel Reyes podría llegar a ser un artista de sencillos y sobrios trazos, compendiosos, con sello distintivo propio, particularísimo: la elegancia.

        Pero para su desgracia —y, no creáis, también para la nuestra—,Reyes se encuentra vegetando en un medio imposible, viciado, donde la artística expansión no se la pueden permitir más que los encaprichados con la Fortuna, esa diosa para muchos única. Tal es el motivo de que no pueda hacer más.









Manuel Reyes Brito:
Rafael Romero [“Alonso Quesada”]. 1913


          Estudiando por sí propio el dibujo; con sólo haber recibido varias lecciones de una artista exótica, decidnos si es cosa para afirmar que Reyes ha sido discípulo, que se ha educado y se encuentra en disposición de afrontar, sin peros, cualquier labor, artística.




          De ahí se deduce, en nuestro entender, el mérito del compañero. Trabajando solo, por su cuenta, ha logrado llegar a tener estilo propio con el lápiz en la mano. Tiene aciertos de trazo admirables con algunos desaciertos que no menguan su labor.

          La principal característica de Reyes es que en medio de sus vacilaciones al orientarse, de los rodeos dados con ese objeto, se descubre el yo artístico, don el más preciado de todos. Algunas veces parece ha sido pretensión suya el imitar a grandes artistas del lápiz ingleses y franceses, síntoma que, de ser, como suponemos, cierto, va en desdoro de quien ha sabido comenzar a definirse”.

           Ahora, pasados unos meses tenemos el placer de corroborarnos en lo dicho y sólo anotamos. algunas impresiones.

           La caricatura, como tal, no ha de ser un retrato más o menos deformado para la visión ridícula; en ella ha de aparecer todo el carácter del caricaturizado simbolizado en un rasgo, en una línea. Reyes, con su voz entorpecida, nos dijo un día, hace muchos, que él procuraba hacerlo así pero que aún no acertaba. Tal parece deducirse de las caricaturas de D. Fernando Inglott, de José Batllori, de Ramón Medina y de otros muchos.






Manuel Reyes Brito: Tomás Morales. 1914
           Aunque caricatura llaman al retrato de D. Diego Mesa de León, déjenlo en retrato, que bueno es. El caricaturista no quiso, tal vez, saciarse en un anciano representativo de tantos años en los que luchó por la enseñanza. Sobre sus canas adivinamos la pesantez de unos años largos. Nada agradece tanto un viejecito bueno como un recuerdo amable de quien nada le debe ni de él espera nada.
            Sigamos. Rafael Romero, en un rincón, yérguese señorial y altivo. Tomás Morales parece un jefe de ambulante tribu húngara vestido a la europea. D. Domingo Rivero nos regala el lino de sus barbas patriarcales. Néstor es todo un seminarista atildado.

          D. Prudencio Morales y Martínez de Escobar parece que, paseando a brincos, nos habla de aquellos benditos tiempos en que el patriotismo nos unía. Don Carlos Navarro y Ruiz muestra sus bigotes; nos recuerdan a una cerbatana. Don Rafael Ramírez, asomando un impecable puño, abombando los labios, nos hace la ilusión de hablar de la desgravación del azúcar; del café y del cacao. Esta es la mejor caricatura de la colección; fáltale tan solamente un casi imperceptible despido de saliva por la comisura de los labios. Jordé nos mira como si quisiera tragarnos.
Manuel Reyes Brito: Federico León y García/Carlos Navarro Ruiz/Rafael Ramírez Doreste. 1914

           Melitón Gutiérrez Castro observa picarescamente como para descubrir algo importante. Don Arturo Sarmiento tiene su sombrero, su aplomo, su bigote. Don Arturo piensa, a no dudarlo, en la raza anglo-sajona. Los hermanos Millares son un contraste. Don Julián Cirilo Moreno parece un antiguo poseedor de salpreso. Don Jesús Cobián nos desafía con su elegancia. Franchy enseña compostura y serenidad, historia literaria, ecuanimidad y derecho.

Manuel Reyes Brito: Arturo Sarmiento Salom(1913)/Luis y Agustín Millares Cubas(1913)/José Franchy y Roca (1914)

           Allí está Sebastián Suárez León, elegante, con su testa al aire, su cabello cuidadosamente adornado, una mano extendida rozando casi una mesilla, su verruga prominente amenazando caer y su pañuelo rojo cual artera lanzada... Allí Batllori con su trajecito flamante y Don Federico León hecho todo un pollo, retador, amenazando con sus espolones y con su pericia.



Manuel Reyes Brito: Sebastián Suárez León (1914)/Francisco González Díaz (1913)


           Fray Lesco practica su mueca predilecta. Peñuelas, imponente, se abre paso....

           D. Francisco González Díaz, con su mirar enrevesado, de abajo hacia arriba, parece haber escogido tema para alguna crónica, si juzgamos por esas pronunciadas arrugas que surcan su frente. D. Juan Ramírez, en lo alto, sentado en sillón lila, con franja roja, semeja un huevo descoronado de gallina mestiza.

           Y así seguimos mirando y asemejando; por último tendemos la vista a D. Leopoldo Navarro Soler. Nos hace el efecto de un señor usurero de los que dicen: «Noventa por ciento, módico interés» y luego hunden una mano en cualquier bolsillo y nos remiran con sus ojuelos tras unos lentes ahumados, por si pudieren adivinar alguna mala intención.

Manuel Reyes Brito: Francisco González Díaz (1914)/Leopoldo Navarro Soler (1914)





           Después admiramos un busto en escayola y vimos cuatro óleos sin nada notable.

o0o

           Amigo Reyes, es verdad que muchas de las caricaturas están arretratadas, aunque no menos cierto es que varias están bien concluidas. La caricatura ha de ser reflejo de un carácter; muchos caracteres has reflejado y, además, has sabido punzar con cierta ironía algunos defectos y vanidades ínfimas. Sólo con la ausencia de muchos has realizado una provechosa campaña higiénico-intelectual.

           Dice el caricaturista sevillano Juan Lofita, según leo en artículo de José Francés: «La caricatura debe fustigar o ridiculizar según los casos»; «poniendo los asuntos deliciosamente en ridículo»o procurando la aspiración de lo perfecto y lo moral». Toda obra de arte debe tender a lo último para ser completa: la caricatura es una de las ramas del arte en que la perfección es más difícil de adquirir porque ha de ser maestra, política, cortés, si desea llegar a influir, que es la suprema aspiración de un artista y el mayor alcance de una obra de arte.





           Para llegar a ello hace falta aptitudes, entusiasmo, estudios, trabajo. Poseyendo las dos primeras condiciones, lucha, que el Tiempo y no otro es el encargado de donar las dos postreras. Jamás olvidaré, para revisar imperitamente tu labor futura, aquellas palabras que me dijiste en enero, el mes de los buenos propósitos.

           Abre el referido número de la revista un artículo que lleva como título “Exposición Florilegio”,en el que figura una relación de las obras que la integraban y que hemos ordenado alfabéticamente:


Caricaturas de:

José Batllori y Lorenzo

Juan Boissier Fernández

Jesús Cobián

Domingo Doreste [Fray Lesco]

José Franchy y Roca

Francisco González Díaz

Melitón Gutiérrez Castro [El Curioso Impertinente]

Antonio Abad Hernández

Cayetano Inglott

Fernando Inglott

Federico León y García

Manuel Luengo, delegado del Gobierno

Néstor Martín Fernández de la Torre

Felipe Massieu, alcalde de Las Palmas

Nicolás Massieu

Ramón Medina

Diego Mesa de León

Hermanos Millares

Tomás Morales Castellano

Prudencio Morales y Martínez de Escobar

Julián Cirilo Moreno

Carlos Navarro Ruiz

Leopoldo Navarro Soler

Carlos Peñuelas

Juan Ramírez Doreste

Rafael Ramírez Doreste

Manuel Reyes Brito

Domingo Rivero

Rafael Romero

Arturo Sarmiento

José Suárez Falcón [Jordé]

Sebastián Suárez León


           Figuraban además, en la muestra, un busto en escayola del ya citado Sebastián Suárez León y varios paisajes al óleo. En el editorial se añadía:

           Comprometidos por el gran interés mostrado, no podemos menos de rendir desde estas columnas nuestro agradecimiento al Excmo. Sr. D. Manuel Luego y Prieto, delegado del Gobierno, el cual se esforzó porque esta exposición tuviera el realce y la importancia debidos; lo propio al digno presidente del “Gabinete Literario” don Carlos Navarro, por su cesión de local a propósito; idéntica formula de agradecimiento a todas las personas que, en mayor o menor grado, ha contribuido a que se celebrara.

           Aprovechamos esta ocasión para, de pasada, advertir a los que dudaron de que nuestro proyecto cristalizara en realidad su error; si antes no cooperaron a su aceleramiento ¿porqué no convencerse de su error ahora que es innegable hecho?





           El cariño que a nuestro compañero profesamos puede hacernos en el juicio demasiado apasionados. Para cortar ese apasionamiento y para aportar todos los elementos de juicio necesarios, reproducimos con el mayor placer un artículo que el día 8 del presente vio la luz en El Tribuno, debido a la pluma de Melitón Gutiérrez Castro [El curioso Impertinente] cuya amplia visión y nutrida cultura hácenle uno de nuestros espíritus críticos más autorizados por su justeza e imparcialidad:





Exposición de caricaturas




Manuel Reyes Brito: Manuel Luengo. 1913





           Hemos visitado la Exposición de caricaturas obra del joven don Manuel Reyes organizada por la Revista "Florilegio, que se halla instalada en uno de los saloncitos del piso bajo del Gabinete Literario.


           Entre las caricaturas expuestas, que ascienden a treinta y cuatro, hay algunas realmente notables, como la de nuestro estimado compañero don Rafael Ramírez, director de La Mañana, que es acaso la mejor de todas.

          Muy acabadas son también las de don Manuel Luengo, don Nicolás Massieu, don Prudencio Morales, la de Fray Lesco, de don Arturo Sarmiento, don Carlos Navarro, don Domingo Rivero, don S. Suárez León, don Jesús Cobián y don Federico León, don Juan Ramírez y la del propio autor de ellas, señor Reyes.

           En estas ha acertado el artista a sorprender el gesto, la actitud, la expresión, el motivo caricaturizable, recogiendo en ángulos y escorzos trazados con segura mano, el rasgo personal semisecreto, en cuyo descubrimiento reside el empeño de la caricatura, tanto más difícil cuanto menos se destaca del marco el tipo cuyo trazo saliente ha de buscar el lápiz.

           No todas las caricaturas expuestas son concluyentes. Algunas hay que se acercan mucho al retrato, y otras también, aunque pocas, en donde le ha faltado al laborioso amateur seguridad y acierto. No es ello de extrañar. Para vencer las dificultades de la caricatura, se necesitan condiciones artísticas excepcionalísimas y larga experiencia. De lo primero no carece el señor Reyes; pero, no puede pedírsele, en los comienzos de su afición, cuando apenas se halla en los balbuceos del arte, que realice obras consumadas. Lo plausible en él, más que otra cosa, es su buen deseo, su laboriosidad, y, sobre todo, su fino espíritu analítico, del cual pueden aguardarse en no lejano plazo sazonados frutos.

      Ha expuesto también el señor Reyes un busto en escayola de nuestro querido amigo don S. Suárez León, que es acaso la obra más perfecta y acabada de las que forman la Exposición que someramente reseñamos, y unos pequeños paisajes al óleo, bastante aceptables, sobrios de colorido y muy completos de dibujo.

      Considerada en general, la Exposición “Florilegio merece visitarse y aplausos la iniciativa de la simpática Revista sostenida por el entusiasmo —aquí donde tan escasos andamos de este importante factor!— de cuatro jóvenes que no cuentan con otro apoyo ni galardón que su buen deseo.





      En cuanto al señor Reyes, la crítica no puede tener para él otra cosa que loas. Es joven, laborioso, está empezando, posee condiciones y tiene por delante una larga juventud. A trabajar, y adelante.



Manuel Reyes Brito: Tomás de Zárate. 1914

         En junio había salido de máquinas el folleto Líneas, al que ya nos hemos referido, con texto introductorio de Arturo Sarmiento quien, en unos pocos párrafos, analizaba en profundidad el carácter dual –hoy diríamos bipolar– de Reyes y le auguraba un venturoso futuro en el mundo del arte:

           En estas cortas líneas hago la presentación de un joven artista de gran valía y de marcada personalidad. Dibujante satírico; ligero y melancólicamente profundo. Manuel Reyes ha ido al arte de la caricatura con muy sólida preparación. Tiene flexibilidad de estilo, gracia en las líneas y una penetración de espíritu que sorprende por lo honda y por lo intensa.

           En su alma retoza el humorismo como elemento primordial de su arte; pero no creáis que sea, ese humorismo, el nervio único de su vida. Reyes no es sólo el observador de los rasgos típicos, inconfundibles e individuales, para acentuarlos y regocijar. No es un simple observador, divertido y desengañado de la existencia. Ama, también, lo serio y lo grande de la vida; el arte puro y elevado, creador de cosas bellas.

           En sus caricaturas descubre el carácter individual humano del personaje que “retrata”. En una silueta se ve el hombre, y se le ve todo entero; su cuerpo y su alma. Desentraña admirablemente el carácter de la forma. Por eso hay en sus dibujos mucho de soñado y mucho de real; algo de ligero y alegre, y algo de profundo y de filósofo.

           Manuel Reyes ha triunfado; ha llegado a las expresiones artísticas de la caricatura, prontamente, seguramente. Su obra debemos colocarla muy alta, en las jerarquías de los valores artísticos e intelectuales de nuestra tierra canaria.


           Desafortunadamente no hemos podido consultar ningún ejemplar completo de esta publicación. En las bibliotecas públicas y privadas donde lo hemos buscado no se halla. En fechas recientes ha aparecido uno de estos folletos, en perfecto estado de conservación, que se encuentra a la venta en un anticuario de Las Palmas. Sabemos, no obstante, que contenía, bien estampadas, dieciocho de las treinta y dos caricaturas expuestas, algunas de las cuales hemos podido rescatar digitalmente, con más que mediana calidad [9].


           El 12 de diciembre del mismo año, en la prestigiosa revista ilustrada La Esfera, José Francés, que firmaba sus colaboraciones con el seudónimo Silvio Lago, publicó una elogiosa crítica en la que hacía referencia a esta muestra:



Manuel Reyes Brito: Felipe Massieu Falcón. 1913

           Manuel Reyes es un caricaturista canario, casi totalmente desconocido en el resto de España. No abundan, desgraciadamente, las ocasiones ni las publicaciones que permitan a los caricaturistas españoles revelarse oportunamente.

           Y es lástima, porque nunca como ahora ha habido tantos, tan bien orientados caricaturistas en España.

            a caricatura que consideramos la verdadera aristocracia del arte pictórico, representa actualmente un vigoroso renacimiento del género en nuestra patria.

           Entre aquellos ingenuos semanarios, donde el ingenio y la agudeza de observación del caricaturista se reducía a dibujar monigotes con la cabeza enorme y el cuerpo chiquitín, y el sentido decorativo y psicológico de los artistas humorísticos contemporáneos, existe una diferencia tan palpable y sobre todo tan favorable a los caricaturistas de hoy, que no puede menos de enorgullecemos.

           No hay en ninguno de los caricaturistas españoles de ahora las huellas de Pons, o de Navarrete, o de Rojas.

           A este número de artistas modernísimos pertenece el señor Reyes, de cuyas obras se ha organizado una exposición en Canarias.

           En esa Exposición figuraban muy notables y simplificativas caricaturas personales; pero ninguna tan graciosa y tan bien observada como la del pintor Néstor Fernández de la Torre, que consideramos un acierto rotundo y definitivo.


             La prensa insular dio cuenta de este logro. Antes como ahora, el reconocimiento externo se consideraba sanción imprescindible para cimentar los logros de los artistas insulares. La Región, de Santa Cruz de Tenerife, recogía la noticia el 24 siguiente:



           La revista ilustrada madrileña «La Esfera» publica en su edición de 12 del actual la caricatura del notable pintor Néstor Martín, hecha por el joven caricaturista, Manuel Reyes.

           Publica también «La Esfera» el retrato de éste, y un juicio crítico de Silvio Lago acerca de Reyes, sumamente halagüeño para dicho joven.


           Sus primeras colaboraciones como dibujante humorístico vieron la luz en El Debate, firmadas con el seudónimo Sopla, insertas en este periódico a partir del 30 de agosto de 1911, fecha de la aparición de su número inicial. Se trata, siguiendo al doctor Frank González, de treinta y seis viñetas de intenso contenido político y escasa calidad formal [11].

           Poco después, la revista Florilegio, que Reyes Brito había contribuido a fundar, y cuyo primer número se puso a le venta el 13 de julio de 1913, publicó diversos dibujos suyos, casi todos ellos caricaturas personalizadas, además de varias cubiertas de la misma. Hasta cuatro dibujos realizó Reyes con este fin. El primero de ellos se anunció en el número 3 [27 de julio de 1913] ejemplar que continuaba utilizando como cubierta una composición tipográfica adornada con cenefas de la misma naturaleza, como venía sucediendo con los dos anteriores:


           En uno de los próximos números aparecerá esta Revista con una artística portada original del joven dibujante D. Manuel Reyes. El dibujo está hecho con elegante sencillez, y creemos será del agrado de nuestros favorecedores.

          Además empezaremos a publicar en todos los números venideros una caricatura de nuestros colaboradores, con un trabajo inédito del caricaturizado.

           Florilegio irá haciendo innovaciones en su presentación, si el entusiasmo de su cuerpo de Redacción va unido al favor del publico.


           Pero este dibujo, de ejecución extremadamente torpe, no debió ser del agrado de sus compañeros de redacción y, a partir del número 7 [16 de agosto de 1913], fue sustituido por otro de contenido caligráfico y floral, algo más acabado. En el número 9 [14 de septiembre de 1913] la estampa cambió de nuevo, se redujo en tamaño, y se mantuvo en cubierta hasta la entrega 14 [19 de octubre de 1913]. A partir de ésta, alternaron indistintamente ambas ilustraciones, salvo el caso excepcional del número 95 [29 de agosto de 1915] que constituyó un intento de proporcionar a la revista alguna condición estética y gráfica, de la que carecía en absoluto desde sus inicios, mejorando la calidad del papel y haciendo uso de tintas de color monocromo para las imágenes. Pero todo quedó en propósito y, en el número siguiente, se volvió a recurrir a la modestia formal y escasa índole del soporte que caracterizaron a esta publicación considerada, quizás con cierta exageración, la primera revista cultural isleña de tintes claramente modernistas y la primera revista del archipiélago que va a contar con un humorista en plantilla que además emplea su propio nombre para firmar sus dibujos: Manolo Reyes [12]. Con ilustraciones y cabeceras de clara influencia modernista cuenta Gente Nueva a partir de su número 56 [12 de enero de 1901] y, a pesar de que su autor firmara sus trabajos con el seudónimo Crosita, a nadie se le ocultaba que don Diego Crosa y Costa formaba parte de la plantilla de redactores, dirigió durante un tiempo la revista y publicó en ella su autocaricatura, en la cubierta del número 59, del 26 de enero de 1901.


Dibujos de Manuel Reyes en Florilegio




Manuel Reyes Brito: Carmen de Burgos [“Colombine”].1913







           Aparte las citadas cubiertas, ya en el primer número de la revista [13 de julio de 1913] se encuentra inserta la caricatura de Francisco González Díaz, considerado por todos el gran literatocanario del momento, haciendo uso de un término muy en boga en la época. En el número 7 de 16 de agosto inmediato figura la de Arturo Sarmiento y en el correspondiente al 24 de dicho mes, que lleva por error el mismo número [7], lapsus que no fue corregido, apareció la de Sebastián Suárez León, de busto. Los hermanos Millares abren el número 8 –que debe considerarse el 9- en el ejemplar del 31 de agosto. La caricatura de Alonso Quesada ilustra el número 9 [14 de septiembre] y la del 14 cuenta con la de Pedro Perdomo Acedo. La portada del número 14 la ocupa, por primera vez a toda página, la caricatura de Carmen de Burgos [Colombine]. Habrá que esperar al número 38 [17 de mayo de 1914] para volver a encontrar caricaturas personalizadas firmadas por Reyes y son dos, la suya propia, considerada hasta ahora la primera autocaricatura publicada en Canarias [13], y la de Manuel Luengo, delegado del Gobierno, que había ejercido una singular tutela protectora de la exposición organizada por Florilegio, como ya vimos.

           En los números 9 y 14 encontramos dos viñetas humorísticas firmadas por Reyes con el título genérico de “Escenas callejeras”, proyecto en el que, como luego veremos, trabajó durante gran parte del resto de su vida. Otros dibujos, que ilustran la sección de moda, podrían atribuírsele, a pesar de no llevar firma. Pero dónde encontramos en plenitud al ilustrador modernista que fue Manuel Reyes, es en la realización gráfica del número 95, que se abre con una hermosa cubierta a dos tintas que representa el busto de una joven de perfil; una lámina suelta impresa en papel y encolada a una cartulina con un dibujo, elegante y desenvuelto, que figura una pareja danzando, y las viñetas que adornan tres poemas contenidos en la entrega, sonetos de José Tabares Bartlett, Saulo Torón y el propio Reyes. Este ejemplar de Florilegio constituye sin duda un avance de lo que iba a ser la estética gráfica que impregnaría Castalia, el semanario en el que Reyes colaboró de forma decidida y entusiasta junto con su diseñador, Pedro de Guezala, durante la permanencia en Santa Cruz de Tenerife del primero de ellos. 



Continúa en Manuel Reyes Brito (II)



NOTAS



[1] Fueron sus padres, como queda dicho, don Tomás Manuel Reyes Díaz, impresor, de veintitrés años, natural de Las Palmas de Gran Canaria, y doña María del Pilar Brito de la Cruz, que contaba veintidós, nacida en Santa Cruz de La Palma. Abuelos paternos, sólo doña Juana Díaz Martín, oriunda de Tijarafe, difunta, y los maternos, don Manuel Brito Cabrera, carpintero de oficio, y doña Manuela de la Cruz González, naturales ambos de la referida Santa Cruz. Registro Civil de Santa Cruz de La Palma. Sección primera. Tomo 33, p. 30. Debo la localización de esta partida a mi buen amigo el cronista oficial de Santa Cruz de La Palma, don Manuel Poggio Capote. 

[2] Izquierdo, E.: Periodistas canarios. Siglos XVIII al XX. Tomo III. Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Gobierno de Canarias. San Cristóbal de La Laguna, 2005.


[3] Diario de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 15 de mayo; 2 y 4 de junio de 1891; El Grito del Pueblo. Santa Cruz de La Palma, 30 de mayo de 1897.


[4] Pérez García, J.: Fastos biográficos de La Palma. Caja General de Ahorros de Canarias. San Cristóbal de La Laguna, 1985.


[5] Anuario Comercial. Quiero expresar mi agradecimiento a don Federido Carbajo, diligente investigador y amigo, que me ha proporcionado diversos datos relativos a la permanencia de la familia Reyes en Las Palmas de Gran Canaria.


[6] Partida de defunción de don Manuel Reyes Díaz. Registro Civil de Vegueta. Las Palmas. Número 370. Tomo LXXVI.

José Reyes Brito, el hermano mayor de Manuel, de profesión mecánico dentista, murió a consecuencia de una tuberculosis pulmonar, a los treinta y cinco años de edad, el 25 de mayo de 1927, en la calle de Perojo. Registro Civil de Las Palmas. Distrito de Triana. Número 584. Tomo XXVII-II.

[7] “Soliloquios isleños”.Florilegio. Las Palmas de Gran Canaria, 17 de mayo de 1914.

[8] Véase Allen, J.: “Manuel Reyes Brito” en Imágenes para un siglo. Una cronología visual del arte en Canarias, 1898-2000. Cabildo de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 2001; y González, F.: “Manolo Reyes. El trazo perdido de un dibujante”.Moralia 1. Moya, marzo de 2002. En ambos textos los duendes de imprenta, sin duda, deformaron la ortografía original del apellido de la pintora, Tavío, convirtiéndolo en un desconcertante Taviani, que no se corresponde con el de ninguna pintora, exótica o no, que haya habitado en Las Palmas en la primera década del siglo XX.

Véase también Ripper Soto, L: Vida y obra de Lía Tavío. Una artista entre dos siglos. Anroart Ediciones. Las Palmas de Gran Canaria, 2005.

[9] En el Fondo Talavera depositado en El Museo Canario, ES 35001 AMC/AT-1955, se conserva un juego de fotocopias que reproducen la introducción de Arturo Sarmiento y trece de las dieciocho caricaturas que figuraban en el folleto Líneas.

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