martes, 17 de marzo de 2015

Jesús María Perdigón [1888-1970]




Jesús María Perdigón [1888-1970]
Algunas consideraciones acerca de su trayectoria artística

por 
Carlos Gaviño de Franchy

Para mi buen amigo Juan Gómez-Pamo que sufrió con resignación 
los intensos rigores del calor tropical al fotografiar el busto de 
Viera que se conserva en la Quinta Canaria de La Habana.

De las tres esculturas que Jesús María Perdigón realizó, utilizando como tema representativo la figura del arcediano de Fuerteventura, dos de ellas fueron vaciadas en imperecedero bronce mientras que, la tercera, sobrevive intacta en su frágil hechura de escayola patinada. En Los Realejos, su pueblo natal, se conservan tanto el boceto en yeso que modeló en 1915 para el monumento que el consistorio de La Orotava pretendió erigir en dicha Villa, como el busto fundido por los hermanos Codina en Madrid, en 1927, que hoy preside la plaza de la parroquia de Santiago Apóstol. Para la Asociación Canaria de La Habana, hizo Perdigón el de bronce que le fue encargado por su director, don Domingo de León González, rico propietario azucarero oriundo de La Cruz Santa, Tenerife, en 1918, que fue concluido junto con otro de don Benito Pérez Galdós al año siguiente por el artista, e instalados ambos en los jardines de esta sociedad en 1930.
Nació Jesús María Perdigón en la villa de La Orotava, el 17 de enero de mil ochocientos ochenta y ocho, y fue bautizado en la parroquia matriz de la Purísima Concepción el día treinta y uno inmediato, como hijo de don Nicolás Perdigón Oramas y doña Jorgina Hernández y González [1]. Más tarde, afirma Jesús Hernández Perera, el apellido materno Hernández se trocó en Salazar [2]. Don Nicolás Perdigón, su padre,
era un buen escultor, heredero no sólo del arte y el estilo de su precursor el gran imaginero orotavense Fernando Estévez, sino incluso de algunas esculturas del tallista de la Virgen de la Candelaria, como un San Pedro predicando y una Cabeza de Cristo que conservan sus hermanos como originales de Estévez. La mayoría de la producción escultórica de don Nicolás Perdigón se centró en imágenes procesionales, como el Cristo de la Columna de la iglesia del Realejo Alto —inspirado en la magnífica efigie de Pedro Roldán que se venera en San Juan de La Orotava—, la Virgen del Carmen, el San Antonio Abad de La Orotava, o la Inmaculada de vestir que preside el retablo mayor de la iglesia de San Francisco de Santa Cruz de Tenerife. Buen estofador y pintor dorador, de su actividad como restaurador de imágenes ha quedado huella en todas las islas [3].
         Desde muy joven se sintió atraído por la plástica, al lado de su padre, escribe Hernández Perera, y su formación inicial junto al influjo paterno la acrecentó con su tío don Francisco Perdigón Oramas, también natural de La Orotava y muerto en Argentina, adonde había emigrado, y de cuyo talento escultórico ha dejado alguna buena muestra, como el San Francisco de Asís que estuvo en poder de sus sobrinos y ha pasado al museo de la Casa de los Balcones [4].

Jesús María Perdigón trabajando en el busto de
Adolfo Cabrera-Pinto y Pérez
El 16 de mayo de 1906 viajó a Madrid en calidad de integrante de la comisión nombrada para ejecutar una alfombra de flores cuyo motivo central lo constituían los escudos de las familias Borbón y Battenberg en la plaza de Toros, el día de la corrida regia que con motivo del matrimonio del rey, ha de celebrarse el día dos del entrante junio. El resto de la comisión lo formaban don Lorenzo Machado y Benítez de Lugo, don José Monteverde y Lugo; don José Cáceres Sánchez; don Guzmán Codesido y Varela; don Agustín Monteverde y Lugo; don José de la Cruz Ledesma; don Manuel Morales y González y don David González Martín. Don Alfonso xiii había admirado algunos meses antes, durante su visita a las Islas, la que se había confeccionado en su honor en la plaza del Ayuntamiento de La Orotava [5].
         A su regreso fue nombrado bibliotecario del Liceo de Taoro [6] y, al año siguiente, confeccionó la alfombra de las cuatro esquinas, de parte de don Enrique Ascanio y dirigió la de don Tomas Pérez. Para los dos hizo el correspondiente plano, anotó su padre en el diario que llevaba. Estas tapices florales fueron descritos por la prensa:

         Luego se veía la de don Tomás Pérez frente a la casa que habita el señor Báez, dirigida por el joven y afamado artista don Jesús Perdigón que representaba un bonito dibujo de regulares dimensiones formado con brillantes colores e donde aparecían las letras JHS perfectamente dibujadas sobre un fondo gualda.
Y por último la del señor don Enrique Ascanio, formada en las “Cuatro esquinas”, de cuya ejecución se encargó el antes nombrado artista don Jesús Perdigón.
Fue esta alfombra muy elogiada por la perfección con que estaba dibujada. Representaba un caprichoso medallón en cuyo centro se destacaba la simbólica Águila de Patmos que sostenía en su garra una cinta con el siguiente letrero… In principio eret Verbium [7].

Afirma Hernández Perera que en esta época alternó las aficiones escultóricas con la labor de pintor, especialmente como retratista y, en efecto, la prensa se hace eco de la realización de algunos de ellos. En 1908 pintó un retrato de gran tamaño de don Antonio María Casañas, digno alcalde que fue de aquella Villa, cuyo trabajo ha sido justamente alabado [8], así como una bien hecha caricatura del popular y apreciado maestro de música, director de la banda municipal de esta Villa, don Tomás Calamita [9].
         En sesión celebrada por el Ayuntamiento de La Orotava en julio de 1908 el alcalde, don Tomás Salazar y Cólogan, propuso y fue aprobado por unanimidad, recomendar a la Comisión de Presupuestos de aquel municipio que estudiara la manera de incorporar en el capítulo de gastos una subvención para que pudiera perfeccionar sus conocimientos de pintura en la Península el joven artista don Jesús Perdigón [10]. El destino del novel escultor quedaba, en cierta manera, trazado. Gracias al apoyo municipal se veían colmadas sus aspiraciones a poder estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. La prensa reconoció sus méritos, así como la amplitud de miras del alcalde que creía que, entre sus deberes, era uno de los principales desarrollar y difundir la enseñanza y apoyar a todo valioso elemento que pudiera enaltecer a su pueblo en el futuro con sus obras:

Cuando por primera vez, accidentalmente, empuñó la vara municipal, el joven y distinguido orotavense don Tomás Salazar y Cólogan, todos veían en él un hombre patriota, de sano y recto criterio, entusiasta y propulsor de todo aquello que redundara en beneficio de su amado pueblo, por el cual se tomaba todo género de empeños. Con noble perseverancia y alteza de miras, sin alharacas ni aspavientos, ni falsas ostentaciones, al tomar hoy carácter de solidez su difícil y delicado cargo, con exquisito tacto, muy de extrañar, frecuentemente, cuando no se peinan canas y se vive la vida plena de la juventud, dentro del círculo que permite el actual estado económico del Municipio, ha ido atendiendo las necesidades de la localidad, procurando siempre que la buena marcha resplandezca por todas partes […].
Pero donde más ha significado el alcance de su proyecto, el tesón que anima su cariño por la cultura, es al someter también, el jueves de la semana pasada, a la deliberación del Municipio, otra subvención para que pueda ampliar, en la Península o en el extranjero, sus estudios de pintura y escultura, el joven villero don Jesús Perdigón y Hernández.
Es el joven Perdigón un verdadero artista, de excepcionales actitudes, que hace tiempo merecía el premio que hoy se le otorga. Sus facultades artísticas, harto conocidas por todos cuantos le han tratado y han visto sus ya numerosas obras, necesitaban un amplio desarrollo, y una elevada educación que en nuestra tierra no puede lograrse por los escasísimos medios de que aquí se dispone para ello. Y constituye una falta de lesa patria que, cuando un joven como Perdigón descuella en el divino arte, y dispone de un caudal de méritos como los que él posee, no se le proteja y muevan esas facultades relevantes en medio de la indiferencia de quienes están llamados a velar por lo que honra a su pueblo o región [11].
         El constante esfuerzo de Perdigón se vio con prontitud recompensado. En 1911 obtuvo el segundo premio en un concurso abierto por el Círculo de Bellas Artes de Madrid con el fin de elegir un proyecto de monumento a don Alberto Aguilera, y el primero en otro celebrado por la misma sociedad en el que participaron los socios asistentes a la clase de Dibujo del Natural [12]. Pero no fue eso todo pues en mayo volvió a lograr un primer premio en reñida oposición de la Academia Oficial de Bellas Artes y, en julio, recibió de su profesor, el célebre escultor Miguel Blay Fábregas [Olot, Gerona,1866-Madrid, 1936], igual distinción, de entre sus alumnos de Modelado en la Escuela de Pintura, Dibujo y Grabado [13].
         Al año siguiente modeló el busto de un canario ilustre residente en Madrid, el escritor don Luis Maffiotte La Roche [Las Palmas de Gran Canaria, 1862-Madrid,1937], cuyo exacto parecido, lo notable de la ejecución, el conocimiento perfecto de los secretos del arte, hacen de esta obra una escultura digna del éxito que ha alcanzado. Ya desde estas fechas trabaja Perdigón en un proyecto de monumento a Viera y Clavijo, cuyos bellísimos bocetos mostró al joven periodista Joaquín Estrada Pérez [Puerto de la Cruz, 1892-Madrid, 1912], quien escribió un artículo, ilustrado con fotograbados, que el diario La Prensa de Santa Cruz de Tenerife anunció a sus lectores publicaría en marzo de 1912, pero Estrada se quitó la vida disparándose un tiro de revólver y el texto nunca llegó a imprimirse en las páginas del rotativo [14]. En mayo envió a su padre el retrato del abogado y político don Eduardo Domínguez Alfonso [Arona, Tenerife, 1849-Madrid, 1916] con el fin de que éste lo entregara al alcalde, don Tomás Pérez Acosta, para que se colgara en los salones del Ayuntamiento de La Orotava [15].
         Durante su permanencia en Madrid el prestigio alcanzado por el joven escultor se consolida y constituye un motivo de orgullo para sus comprovincianos:

Con verdadera satisfacción damos cuenta hoy en Vida Moderna del señalado triunfo alcanzado por nuestro querido amigo y paisano el distinguido artista don Jesús María Perdigón.
Este triunfo, ni otros que sucederán muy pronto, no nos ha sorprendido. Conocíamos los anhelos y aspiraciones y, sobre todo, el valer del señor Perdigón y en cualquier momento esperábamos noticias como la que es ya del conocimiento de todos.
El hecho de ser en este año uno de los pocos pensionados por el Círculo de Bellas Artes de Madrid para seguir sus estudios en Roma, revela a todas luces que el señor Perdigón no corresponde a ese montón anónimo de artistas que a Madrid van y de Madrid vuelven, sin otros conocimientos que los que la práctica les ha enseñado. El joven señor Perdigón lleva consigo lo que es imprescindible en todo artista; lo que hace al artista: la inspiración, ese don inapreciable del alma.
Nos congratulamos, pues, de este nuevo triunfo logrado por el señor Perdigón, y de todas veras deseamos que el éxito definitivo corone los esfuerzos de este esclarecido paisano que no necesita estar adornado de la grave distinción inglesa para llegar adonde sólo llegan los privilegiados [16].

         Transcurren las Navidades del año 1914 y Perdigón, que se encuentra pasando una temporada entre los suyos, antes de partir de nuevo a la Península, hace el ofrecimiento al Ayuntamiento de La Orotava de modelar una estatua del célebre historiador Viera y Clavijo, hijo de este Valle, a fin de que sea colocada en un lugar de la población en atención a los mecimientos que le debe al citado consistorio, que ha venido subvencionando sus estudios.  El Ayuntamiento aceptó con entusiasmo el proyecto y nombró una comisión encargada de arbitrar los recursos necesarios para culminarlo, que fue formada por don Tomás Salazar y don José Monteverde; los curas párrocos de Nuestra Señora de la Concepción y San Juan Bautista don Serafín Celorrio y don Inocencio García Feo; los presidentes de las sociedades Liceo de Taoro y Casino de Orotava, don Manuel Béthencourt del Río y don Fernando Salazar y los señores don Antonio Lugo Massieu y don Félix Ascanio [17]. La prensa insular se hizo eco del loable propósito y apoyó desde sus páginas la patriótica iniciativa:

Jesús María Perdigón: Boceto para monumento a Viera. Conservado en el Ayuntamiento de Los Realejos

Hemos visto el boceto ejecutado por el distinguido artista don Jesús María Perdigón y desde luego consideramos excelente la idea. El monumento es sencillo y original. El sabio historiador aparece sentado sobre una peña, símbolo de la tierra canaria, teniendo en la mano un libro, en actitud de explicar al pueblo su historia. En la parte inferior del pedestal, ornado con artística rama de laurel, se destaca el escudo de Canarias. La altura del monumento será de cuatro o cinco metros. De bronce irá la estatua, y el escudo y el pedestal de piedra del país. El sitio indicado para la colocación del monumento es la nueva plaza que se está construyendo a la entrada del pueblo, junto al Calvario, la cual se denominará de Viera y Clavijo.
Los retratos que tendrá a la vista el afamado escultor para su obra, son cuatro diferentes, ejecutados en distintas épocas de la vida del insigne sacerdote. Uno que lo representa de cuarenta y cinco años de edad, hecho en Madrid por P. Hortigoza [sic], otro, grabado por Carnicero, bastante bueno; el de la Villa Benítez; y, sobre todos, el que existe pintado por el artista canario José Ossavarry, en la catedral de Las Palmas, año de 1813, pocos días antes de su muerte. A juicio del señor Perdigón este retrato supera con mucho a los otros y es el único que da exacta idea del espíritu un tanto volteriano de don José de Viera y Clavijo. Por cierto que el citado retrato tiene innegable parecido con la efigie del famoso enciclopedista hecha por Hundon [sic, por Jean-Antoine Houdon], y que se conserva en el Teatro de la Comedia francesa.
La comisión nombrada por el Ayuntamiento se ha reunido ya bajo la presidencia del alcalde don Tomás Salazar y Cólogan para tomar algunos acuerdos relacionados con la recaudación de fondos. Sabemos que se tienen muchos y buenos proyectos con este fin, los cuales pronto se llevarán á la práctica.
De esta vez no quedará, a juzgar por el empeño y entusiasmo que se ha puesto en ello, en primera piedra, el homenaje a Viera y Clavijo pues el señor Perdigón, que dentro de pocos días regresará a la Península; lleva el encargo de empezar enseguida la estatua con objeto de que este mismo año quede erigido el monumento [18].

         El 28 de enero embarcó rumbo a la Península con la intención de continuar sus estudios en la capital, pero sin la seguridad de lograr su objetivo, pues no se habían concretado aún las necesarias ayudas económicas que garantizaran su permanencia en Madrid [19]. Hubo de esperar al mes de mayo para tener conocimiento de la gestión hecha a su favor por su antiguo profesor, don Adolfo Cabrera-Pinto y Pérez [Santa Cruz de La Palma, 1855-Sevilla, 1926], quien propuso, y fue aceptado en sesión de la Diputación Provincial de Canarias, que contribuyese este organismo con una pensión a favor del distinguido artista. Por estas fechas debió realizar el busto del culto pedagogo que, diez años más tarde, se instaló en un elegante pedestal diseñado por el arquitecto Pelayo López y Martín-Romero [Santa Cruz de La Palma, 1897-Madrid, 1972], ubicado desde entonces en el recinto ajardinado por el que se accede al Instituto de Canarias en San Cristóbal de La Laguna [20]. Será en este año de 1915 cuando Jesús María Perdigón obtenga sus primeras críticas, en extremo favorables y alentadoras, escritas por conocidos comentaristas de arte establecidos en la Villa y Corte, que inmediatamente generaron otras debidas a plumas no menos conspicuas, habituales en la prensa del archipiélago. A finales del curso expuso en el salón de que disponía el Círculo de Bellas Artes en la calle del Prado junto con otros tres artistas: De todas ellas, la que mayor difusión alcanzó fue la publicada por José Francés y Sánchez-Heredero [Madrid, 1883-Arenys d’Empordá, 1964], que firmaba sus artículos con el seudónimo Silvio Lago, en la prestigiosa revista gráfica La Esfera de Madrid, cuya distribución alcanzaba a la totalidad del territorio nacional y llegaba, incluso, a Latinoamérica, articulo profusamente ilustrado con numerosas fotografías entre las que figuran un retrato del artista y dos reproducciones de obras suyas:

La Esfera 1915

Los tres artistas de quienes reproduce hoy algunas obras La Esfera, no sólo carecen todavía de una reputación sólida, sino que, para muchos, sus nombres serán totalmente desconocidos.
Y, sin embargo, los tres tienen ya derecho a que se aparten los zarzales de su camino y ya saborearon los primeros dulzores de la gloria.
Jesús Perdigón, es pensionado del Círculo de Bellas Artes; Ricardo Colet, ha obtenido el premio de fin de curso en la Academia de San Fernando, y Eulogio Blasco hizo una exposición en el Centro Maurista, que fue muy celebrada.
Jesús Perdigón ha celebrado, con otro compañero suyo y los dos paisajistas Robledano y García Lesmes, también pensionados del Círculo de Bellas Artes, una exposición de varias obras suyas, en el saloncito que posee el Círculo en la calle del Príncipe.
Dos retratos, una cabeza de estudio y un desnudo, constituían el envío de Perdigón.
Las cuatro obras responden al credo estético de la serenidad, de un reposo tranquilo, verdaderamente estatuario. Modela con mano firme, con una gran sobriedad de planos que hacen presentir el futuro artista enamorado de la simplificación, de la estilización.
El desnudo titulado Ofrenda, revela, además, sensibilidad y buen gusto. Causa en el espectador la sensación plácida, aquietadora, que sigue siendo, y seguirá por los siglos de los siglos, la cualidad primordial de la escultura.
En las otras tres obras se manifiesta más clara esta buena orientación estética del joven artista canario.
Lo mismo en la Cabeza de muchacho que en el Retrato de mi padre, hay una limpia y pura sobriedad, que luego, en la Cabeza de mujer, se acusa y afirma, estilizando hasta un extremo que sólo pueden alcanzar los que dominan la técnica de su arte [21].

El jovencísimo periodista canario Mariano Daranas Romero [Las Palmas de Gran Canaria, 1897-Madrid, 1994], a la sazón colaborador del diario madrileño La Acción, envió a su colega, Gaceta de Tenerife, un extenso comentario en el que trazaba un detallado retrato del artista y describía, con deleitada minuciosidad, las obras expuestas en el Salón del Prado:

Biedma: Jesús María Perdigón
Este joven escultor canario ha celebrado recientemente en el Salón del Círculo de Bellas Artes una exposición de varias obras suyas, muy justamente alabada de la crítica y del público en general.
Tengo abierto ante mí el último número de La Esfera que consagra dos páginas de fotograbado y un artículo de Silvio Lago, a estudiar la personalidad artística de nuestro paisano y las de otros dos jóvenes escultores, de gran porvenir también.
El físico y la indumentaria de Perdigón son, en cierto modo, absurdos. Me explicaré, ante el probable casi seguro signo de extrañeza que hará el lector. Perdigón no tiene melenas, ni lleva chalina, ni usa sombrero rembrandt. Todo ello, y algún otro detalle suyo que conozco, nos dice, bien elocuentemente que Perdigón no es un extravagante ni un rebelde, ni un inquieto. Su arte es franco, diáfano y trasparente como un rostro sonrosado de niña. Su porte, su conversación y su gesto dentro están siempre de los límites de la corrección y la sencillez. Ni exagera las maneras ni extrema el aliño y acicalamiento de su persona como Néstor ni está reñido con el peluquero y con algunas otras cosas más, como un núcleo, más o menos numeroso de pintores, escultores, músicos, poetas y caricaturistas, ferviente admirador de Carrere, el príncipe-cantor de la Bohemia. Y ello habla bien de nuestro amigo. Ello quiere decir que abriga el sano criterio de que para triunfar y asirse a la Gloria no es preciso salirse violentamente —grotescamente, nos atreveríamos a decir— del plano del trato social, común a todos los hombres. No abogo con esto porque desaparezcan esos tipos estrambóticos, un tanto interesantes, que de vez en vez, vemos pasar a nuestro lado, y a los que en alguna ocasión, hemos estrechado la mano. No, nada más gris, nada más tedioso y horrendo que la uniformidad del medio ambiente. Pero queramos esa triste disparidad para un cierto número de individuos encargado de hacer reír a los demás mortales, no para nosotros. A esa extravagancia filarmónica y trasnochadora, valga la frase, que a título de universal se nos metió por la puerta y no ha podido cuajar, entiéndase que me refiero. Más español, más gallardo y más digno sería vestir la graciosa y antigua capa de los estudiantes de Salamanca.
No encontraremos retratado el gran temperamento artístico de Jesús María Perdigón ni su poderosa imaginación, tan apta para gallardas concepciones en la traza de su vestimenta pero sí hallaríamos un atisbo de ella, chispeante y genial, en la mirada de sus ojos vivos, sagaces y penetrantes.
Perdigón es un enamorado de la Belleza plácida, serena, tranquila, como la comba azul de nuestro cielo y el pomposo y tierno paisaje de su lugar natal. Florece en sus esculturas un semiquietismo que da al espíritu una impresión de bienestar y pureza. No son sus obras de las que subvierten e inquietan el ánimo de quien las contempla ni de las que aguijonean la carne y la encienden su ansias impuras, no. La sensación que producen es de reposo, de mansedumbre y de sosiego, en una palabra: la emoción estética, elemento indispensable, esencial, capital de toda obra artística.
El modelado de Perdigón es firme y seguro, sin languideces ni brusquedades. Los trazos del retrato de su padre están virilmente acusados, y revelan una técnica exquisita y depurada.
El desnudo que titula Aroma es realmente cautivador. Consiste en una joven que aspira con deleite el perfume de unas flores, prisioneras de sus manos. La línea en esta figura es un soberbio alarde de sobriedad y buen gusto. La expresión es de una castidad y limpidez, verdaderamente inefables.
El triunfo de Perdigón ha sido resonante, definitivo. Todos los diarios de esta corte, las revistas ilustradas y los críticos más eminentes proclaman a Perdigón de los primeros escultores jóvenes de España, augurándole cercanos días de gloria. El nombre de este artista canario, representa, ya, pues un positivo y sólido valor.
Y, sin embargo ¡cómo no había de ocurrir así! en Tenerife se han dado recientes muestras de ignorar —o aparentar ignorar— cuanto vale y cuanto significa Jesús María Perdigón. Los elementos que allí cultivan el Arte apenas si han puesto los ojos en este paisano, que ya va dando renombre a su patria chica. Lo que sucede en este orden como en tantos otros, es lógica derivación de lo que sucede en el orden político. Cuando un hombre se destaca del montón y asciende en prestigio y autoridad, justo es y hasta razones de egoísmo lo reclaman que sus paisanos olvidando diferencias, rencillas, envidias, rencores, (si los hay) se unan en torno a él, en son de aliento estimulante. En nuestra provincia desgraciadamente, nefastamente sucede todo lo contrario: es suficiente el que un comprovinciano triunfe y descuelle para que ya se esté estudiando el modo de truncar su porvenir. Dolorosísima y avergonzadora verdad. Así se explica esa incomunicación espiritual entre los canarios de mérito y de valía con el terruño; (podríamos invertir los términos para mayor justeza de la expresión). También el anterior fenómeno que apuntábamos nos da el porqué del asombro de ciertos tinerfeños recién llegados a Madrid ante la enorme popularidad que aquí goza uno de nuestros diputados, y del que asimismo habrán experimentado bastante, al enterarse en esa por los periódicos del último correo del lisonjero y ruidoso triunfo logrado por Jesús M. Perdigón.
Hora es ya de una rectificación de conducta, aunque no sea, repito sino por egoísmo, por conveniencia natural. No tiene nada de sorprendente el que Tenerife no cuente entre sus hijos ninguna gloria nacional, pues para conseguirlo no puso nunca nada de su parte. Acaso otra isla del archipiélago, más cauta y previsora, no haya obrado del mismo modo...
Recientemente una entidad política de Santa Cruz tuvo a bien organizar algo así, como un certamen artístico y literario, o unos juegos florales. Para la empresa de erigir un busto a Sol y Ortega, creyendo, sin duda, que no existiría ningún hijo del país capaz de llevarla a cabo redactó unas bases que han sido, son y serán el hazme reír de cuantos en achaques de escultura, se precien de conocer las primeras nociones;
[bien es verdad que en el seno de la sociedad organizadora, no es precisamente lo que más sobra la cultura]. De todos modos, es lo cierto que se recurrió a extrañas personas, y como casi siempre ocurre en estos casos los resultados fueron contraproducentes.
Yo no me explico, no me he explicado todavía el porqué de aquellas bases, tan disparatadas, tan absurdas. Y contemplando las esculturas de Perdigón que La Esfera reproduce me digo cuánto mejor, más digno y más patriótico hubiera sido encomendar tal misión al laureado artista.
Ahora se habla de erigir un busto a la memoria de Viera y Clavijo. Si ello no es sino un rumor, o una de tantas especies lanzados por los periódicos, debe tener fundamento y cristalizar pronto en una realidad. Sol no es más merecedor de este tributo de cariño y admiración que el ilustre historiógrafo canario. El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife debe decidirse a acometer este intento nobilísimo y patriótico. El artista, encargado de ejecutarlo, ha de ser forzosamente, ineludiblemente tinerfeño. Por de pronto ya podemos decir que existe uno, nacido muy cerca de la cuna de Viera, y como Viera un gran talento y una gran sensibilidad: Jesús María Perdigón [22].

Un desconocido comentarista que firma con las iniciales S. M. publicó en el periódico Vida Moderna de La Orotava, un artículo que amplía la información sobre las obras expuestas:

Jesús María Perdigón: Francisco Fajardo.
Icod de los Vinos. Tenerife

En el salón que el Círculo de Bellas Artes tiene en la calle del Príncipe, destinado a la exposición permanente, han presentado últimamente muy notables obras cuatro artistas pensionados del Círculo. Algo ha dicho la prensa de estos trabajos, elogiando el esfuerzo de esos cuatro jóvenes, que en el corto tiempo que llevan pensionados lograron destacar su personalidad y que se les conozcan en el mundo del arte.
Muy poco es un año para notar el adelanto de un artista y es de extrañar que la directiva del Círculo no lo tenga en cuanta al conceder las pensiones. De todas maneras, esta simpática Sociedad merece aplauso por lo bien que cumple sus altos fines, y esperamos que las deficiencias apuntadas se corrijan en el sentido de dar a los pensionados más tiempo para desarrollar sus aptitudes.
De las obras expuestas en la calle del Príncipe merece especial mención las que ha llevado el escultor Jesús Perdigón. Este joven artista exhibe unas cabezas cuyo mérito es suficiente para colocarle entre los escultores españoles ya consagrados. Discípulo de Blay, no se le notan las influencias del maestro, como no sea en lo correcto del dibujo; apreciable cualidad que tienen todas las obras del genial escultor catalán.
La factura da las citadas cabezas es vigorosa, y, según las modernas orientaciones en escultura, atiende más a la expresión que a las calidades, siempre huyendo de lo mezquino en el detalle. Lo importante es el conjunto; lo demás viene por añadidura. A los griegos no se les ocurrió dar en sus desnudos sensación de carne; les bastaba descubrir lo bello, que no es precisamente el tejido epidérmico en el cuerpo humano.
De las obras que presenta Perdigón, es la mejor el retrato de su padre; cabeza llena de expresión y modelada con soltura de maestro.
El busto estudio de mujer es delicadísimo y ejecutado con inspiración artística. El busto del doctor Insúa, patinado en bronce, es muy notable por lo simple de la ejecución, así como el titulado Un poeta, por lo acentuado de los planos, sin caer en lo mezquino.
El desnudo de mujer que el autor titula Aromas es de tendencias decorativas. Representa una joven aspirando el perfume de unas flores que sostiene entre las manos. Es una figura agradable y discreta de modelado.
Jesús Perdigón es un escultor de quién podemos esperar mucho si no tuerce el camino. Tiene una orientación sana y libre de esas tendencias más o menos rodinescas quo tanto abundan en la juventud de ahora; tendencias perniciosas para esos que copian las extravagancias de los maestros y no lo que tienen de bueno en sus obras.
Ninguna escultura hemos visto en el actual Certamen nacional de Jesús Perdigón; sin duda le ocurre como a otros aventajados artistas, que no quieren arriesgarse ante un jurado que reparte las medallas entre sus amistades, sin preocuparse del mérito para nada, de donde ha venido el descrédito de nuestras exposiciones nacionales [23].

Jesús María Perdigón: Emilio Calzadilla.
Parque García Sanabria. Santa Cruz de Tenerife
Antes de concluir el año, el 12 de octubre, presentó Perdigón, avalado por esta cosecha de triunfos, una solicitud al Ayuntamiento de La Orotava suplicando se le prorrogase la pensión con el fin de poder continuar sus estudios y, tan sólo dos días más tarde, fue aprobada su petición [24].
Prosigue su formación en Madrid y, ya en abril de 1918 vuelve a exponer, en esta ocasión en las salas del Ateneo de Santa Cruz de Tenerife, un busto del abogado y político don Emilio Calzadilla Dugour [Santa Cruz de Tenerife, 1875-1916] que acaba de dar por terminado. Mariano Daranas, amigo íntimo de Perdigón, es de nuevo el autor del elogioso comentario crítico publicado en la prensa tinerfeña, en el que hace también alusión a otro busto, el del veterano periodista don Patricio Estévanez y Murphy [Santa Cruz de Tenerife, 1850-San Cristóbal de La Laguna, 1926]:

El nombre de ente preclaro artista tinerfeño va cobrando poco o poco, el prestigio fuerte y aireado de los jóvenes maestros.
De día en día, la obra de Perdigón se depura y sutiliza más; se acerca a una absoluta perfección de líneas; triunfa, en fin, en los suaves contornos y perfiles Hasta que logra encerrar en el mármol blanco, luminoso, un soplo caliente y apasionado de vida, de humana y cordial emoción.
Va para tres años que refiriéndome a la escuela de Jesús María Perdigón indiqué en estas mismas columnas la analogía que guarda con el ritmo y la fisonomía del «Valle». El laureado escultor, que hace tiempo vive alejado del risueño vergel lleva encendida en el alma una fervorosa devoción por el lontano y maravilloso paisaje. Devoción que se filtra, acaso inconcientemente en toda la labor de Perdigón, derramando sobre ella ingenuidad, sencillez, clara y límpida ternura.
Estas características del escultor orotavense tienen cabal confirmación, pleno y singular realce en sus últimos trabajos. Nos referimos al busto de don Patricio Estévanez y al de Emilio Calzadilla, recientemente terminado.
Jesús María Perdigón: Emilio Calzadilla
El rostro de Estévanez está modelado con fidelidad asombrosa, insuperable. Es el mismo semblante, la expresión misma del veterano periodista ennoblecida por la nieve de los años. Pero aun hay algo de mayor riqueza espiritual y más alto valor estético y es la ligazón del hombre al terruño que equivale a decir el paisaje, el ambiente, la serena y patriarcal tradición. Todo estoquid divinum del artista— nos sugiere el estudio de Perdigón: la silueta campechana de Estévanez, el camino polvoriento de Gracia, los atardeceres de ópalo en aquella naturaleza apacible.
La efigie de Emilio Calzadilla, reproducida al través de fotografías nada hemos [sic] porque el escultor no conoció al difunto político resulta un modelo de observación y minuciosidad Aquel seño voluntarioso de Calzadilla está admirablemente estudiado, aunque se atenúe en algo su dura agresividad, Es esta obra a pesar de las dificultades conque su autor hubo de luchar, una de las que más honran a Perdigón.
Nada más por ahora acerca del querido amigo y paisano. Su nombre que se ha ido abriendo camino en este Madrid de nuestros pecados no necesita de loas ni aspavientos admirativos, porque, en definitiva tendría que ser el propio Perdigón quien dé el martillazo final a su obra para que el público parle [25].

Con el fin de recabar los recursos económicos precisos para fundir el busto de Calzadilla, y disponer su instalación definitiva en una plaza del municipio, se creó una Comisión de la que fue nombrado presidente el abogado don Andrés de Orozco Batista [Santa Cruz de Tenerife, 1888-Londres, 1961], quien habiendo sido elegido alcalde-presidente del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, en 1922, ordenó en julio de dicho año se hiciera pública en la prensa la cuenta de gastos ocasionados con lo que quedaban desvanecidas por completo las sombras de inmoralidad que en estos días se ha querido por alguien rodear a los que intervinieron en la suscripción popular para erigir un modesto monumento que perpetuara la memoria de aquel malogrado patriota. El autor percibió por la escultura 4.000 pesetas, que le fueron enviadas en dos remesas [en primero de abril de 1918 y 16 de noviembre del mismo año] a lo que hubo que añadir 44 pesetas por el coste de su transporte, desde Madrid. Perdigón obsequió a la Comisión una pequeña estatua de bronce con el propósito de que fuera sorteada y su producto destinado a los gastos de instalación del busto [26].
El Círculo de Bellas Artes de Madrid le encomendó, en noviembre de 1918, la ejecución de una lápida conmemorativa para que fuera colocada en la casa en la que había fallecido el músico Manuel Fernández Caballero [Murcia, 1835-Madrid, 1906] [27]y, al año siguiente, se recibieron en La Habana los bustos de Viera y Clavijo y Galdós que le había encargado la Asociación Canaria establecida en dicha ciudad. El rotativo El Día de la capital de Cuba comentó las obras diciendo:

Ambas esculturas, la de Galdós y la de Viera, son muy notables. Especialmente la del insigne don Benito que retrata su espíritu al mismo tiempo que su cuerpo. El escultor, sin hacer gala de un vigor, amplitud y atrevimiento de modelado que tal vez no tenga, ha sabido apresar entre sus dedos ágiles el espíritu refinado, sagaz y observador de Viera y Clavijo, que le llevó a profundizar en los misterios étnicos de os aborígenes canarios.

La esculturas de Perdigón fueron transportadas de Madrid a La Habana sin gastos de ningún género, pues tanto los ferrocarriles españoles con la Compañía Trasatlántica se negaron a cobrar los gastos de envío de las mismas. Estos monumentos no fueron inaugurados hasta 1930, por lo que hablaremos de ello más adelante [28].
En 1921 contrajo matrimonio Jesús María Perdigón con Virginia González-Pola, hija del escultor Julio González-Pola y García [Oviedo, 1865-Madrid, 1929], vicepresidente del Círculo de Bellas Artes de Madrid [29], y al año siguiente se le premia con una segunda medalla en la Exposición Nacional de este año.
Dos años más tarde se creó una Comisión de Estudiantes, antiguos alumnos del Instituto de Canarias que, con el fin de honrar la memoria de su antiguo profesor, el poeta don Antonio Zerolo Herrera [Arrecife de Lanzarote, 1854-San Cristóbal de La Laguna, 1923], iniciaron una suscripción pública para levantarle un monumento en la ciudad de La Laguna. El artista elegido fue, en principio, Jesús María Perdigón, pero no se logró recaudar más que 2.354 pesetas, cantidad que no alcanzaba el importe del mismo. Finalmente se erigió el busto en 1925, obra del joven escultor Francisco Borges Salas [Santa Cruz de Tenerife, 1901-1994], discípulo de Guzmán Compañ, que tuvo la particularidad de haber sido fundido en un taller metalúrgico de Santa Cruz de Tenerife [30].
Sus preocupaciones artísticas le llevaron, escribe Carlos Pérez Reyes, a divulgar desde La Gazeta de Bellas Artes y desde la prensa madrileña algunos de los valores artísticos de la imaginería y pintura de su isla natal. con especial interés en la obra de Roldán, Luján Pérez, Fernando Estévez o Luis de la Cruz, aportando en alguno de ellos datos de particular interés para la historiografía artística [31]. El 10 de julio de 1925 publicó en Gaceta de Tenerife un articulo que llevaba por título: “La escultura religiosa. El Cristo a la Columna de La Orotava”, que vio la luz posteriormente, el 24 de abril de 1943 en Abc, bajo el epígrafe: “Una obra de Pedro Roldán en Tenerife”.

Quizá la obra popularmente más conocida de Perdigón sea el busto de Mariano José de Larra, Fígaro, que por iniciativa del Circulo de Bellas Artes de Madrid se levanta en la actualidad sobre un pedestal de granito, obra de José López Sallabery [Madrid, 1858-1927], en los jardines de la calle de Bailén, frente a la catedral de La Almudena y la explanada de la Armería del Palacio de Oriente. Como no podía ser de otra manera se constituyó para su erección una Comisión presidida por el político don José Francos Rodríguez [Madrid, 1862-1931] en la que actuó de secretario el periodista canario Juan Bautista Acevedo Rodríguez [Santa Cruz de Tenerife, 1893-Madrid, 1964], que aceptó el generoso ofrecimiento del notable escultor Jesús María Perdigón que ha modelado un admirable busto de Fígaro, y será erigido en breve en un lugar adecuado de Madrid [32]. El monumento se inauguró el domingo 13 de abril de 1930 en el Salón del Prado. El busto, vaciado en bronce, se dispuso sobre un pedestal ejecutado por el arquitecto Teodoro de Anasagasti y Algán [Bermeo, 1880-Madrid-1938] y fue descubierto al público por una bisnieta del escritor, al tiempo que el subsecretario de la Presidencia, el también canario don Ricardo Ruiz y Benítez de Lugo [Santa Cruz de Tenerife, 1872-Madrid, 1957], glosaba la figura del célebre periodista [33].

Jesús María Perdigón: Mariano José de Larra
Jardines Calle Bailén. Madrid
Los periódicos de las Islas informaron del acto:

He aquí el busto de Fígaro, del que es autor nuestro paisano el escultor Jesús María Perdigón. Emplazado en uno de los más bellos parajes del madrileñísimo Paseo del Prado —tan lleno de sugerencias del pasado siglo— esta evocación dedicada al gran escritor pondrá de relieve en su sencillez apartada no pocas características de aquel fecundo ingenio. Era una deuda que Madrid tenía con uno de sus hijos ilustres y que ahora, modestamente y un poco al margen de truculencias y relumbrones oficiales, se ha querido saldar. Jesús María Perdigón ha realizado un notabilísimo busto, lleno de expresión y de sobriedad.
Con esta ocasión queremos celebrar el triunfo del escultor tinerfeño y evidenciar ante el país cómo, alejadamente y merced al propio esfuerzo, uno de sus artistas va consagrando una personalidad cada vez más definida y más fuerte [34].

Pero hemos de volver a 1927, año en que el Ayuntamiento del Realejo Alto aprobó en pleno las bases del contrato con Jesús María Perdigón para la realización de un busto en bronce del historiador de Canarias don José de Viera y Clavijo, natural de dicho pueblo. El busto sería colocado en la plaza principal, sobre un  pedestal de piedra del país, con arreglo al modelo que dicho escultor cedió gratuitamente, rodeado todo de flores diversas [35]. Con el fin de ultimar la instalación del monumento, el escultor viajó a la isla en compañía de su esposa y su pequeña hija, en los primeros días del mes de julio [36], en el mismo barco en que venía la escultura. Permanecieron en Tenerife hasta el 9 de septiembre en que retornaron a la Península en el vapor Teide [37].

Jesús María Perdigón: Monumento a Viera. Los Realejos. Tenerife
El domingo día 28 de agosto de 1927 tuvo lugar la solemne inauguración del monumento, descubierto por el delegado gubernativo, don Luis Salazar, que representaba al gobernador civil de la provincia. El alcalde accidental del pueblo, señor Rodríguez Siverio, después de dar a conocer el nombre del autor del trabajo premiado en el concurso abierto al efecto, que resultó ser don Antonio Suárez Amaro [Atilano Santos] hizo la presentación de los de los literatos que ocupaban la tribuna y que habían de tomar parte en el acto. Dirigió luego un saludo al público y ensalzó en oportunas frases el genio de Viera y Clavijo con un elogio entusiasta del escultor don Jesús María Perdigón, autor del busto, que se hallaba presente en la tribuna. Intervinieron a continuación el catedrático de Ciencias Naturales del Instituto de La Laguna, don Agustín Cabrera Díaz [Santa Cruz de Tenerife, 1878-San Cristóbal de La Laguna, 1961], quien destacó la faceta de Viera como naturalista y el poeta Manuel Verdugo Bartlett [Manila, Islas Filipinas, 1877-San Cristóbal de La Laguna, 1953] que leyó el siguiente soneto:

Viera y Clavijo
A Jesús M. Perdigón

Este clérigo inquieto y cortesano
que traduce a Voltaire y a Cristo reza,
tiene en su enjuto rostro la firmeza
y la astucia de un viejo castellano.

No aspira a ser obispo, sí arcediano;
cimenta en el estudio su grandeza
buscando la verdad y la belleza…
Es poeta, filósofo y cristiano.

Espíritu insaciable y luminoso
sondea en el pasado, y victorioso
nos lega de Canarias la alta Historia;

en ella cada página admirable
es un recio sillar, firme, inmutable,
para el gran monumento de su gloria.

Tomó después la palabra otro distinguido poeta, Diego Crosa y Costa [Santa Cruz de Tenerife, 1869-1942] dedicando a Viera un romance que llevaba por titulo Homenaje y, seguidamente, el periodista don José María Benítez Toledo [Garachico, Tenerife, 1896- ¿París?, h. 1948]. Cerró el turno de intervenciones el abogado y poeta don Ramón Gil-Roldán [Santa Cruz de Tenerife, 1881-1940], que manifestó participar en nombre propio y en representación del presidente del Círculo de Bellas Artes de Tenerife, abrogándose también, en la seguridad de que nadie se la negará, la representación del pueblo de San Cruz de Tenerife, allí no representado oficialmente pero desde luego presente de corazón en acto tan solemne [38].
Jesús María Perdigón: Busto de VieraLos Realejos. Tenerife
Catorce años se cumplían desde la partida de Perdigón de su isla natal. Un amplio grupo de artistas e intelectuales de Tenerife, vinculados al Círculo de Bellas Artes, organizó antes de su marcha un banquete en su homenaje que tuvo lugar, en el Hotel Aguere de La Laguna, el día primero de septiembre [39], al que asistieron también varios representantes de otras instituciones políticas y culturales de la Isla. Próximo ya su regreso a Madrid, el artista facilitó a su amigo el periodista Francisco Dorta y Jacinto del Castillo [Alfredo Fuentes] un dibujo para que ilustrara la cubierta de su libro Flor de los Campos [Novela cinematográfica] que editó en 1929, en la imprenta de Antonio Herreros de La Orotava. 

Al tiempo que se inauguraba el monumento a Viera, Perdigón participaba en la Exposición Internacional de Arte Moderno de Barcelona, a la que había enviado varias piezas, entre ellas una titulada Maternidad y el busto de su padre, que merecieron elogios de la crítica [40], muestra en la que actuaría de jurado, en compañía de Enrique Marías, dos años más tarde [41].

Jesús María Perdigón venía ejerciendo como profesor de la sección de Modelado del Instituto Nacional de Sordomudos desde 1922, plaza que había ganado por oposición el 15 de diciembre de dicho año [42], y de Modelado y Vaciado en la Escuela Central de Artes y Oficios Artísticos de la que fue, durante años, secretario. Directivo de la Asociación Nacional de Pintores y Escultores, participó en el consejo de redacción de la revista Gazeta de Bellas Artes, en la que publicó, aparte de otros trabajos, diferentes artículos sobre los escultores canario Luján Pérez y Fernando Estévez, el pintor de cámara Luis de la Cruz y Ríos, etc., que contribuyeron a divulgar entre los lectores madrileños algunos de nuestros valores artísticos insulares. En un importante artículo que publicó en la edición madrileña de Abc [24 de abril de 1943], dio a conocer como obra de Pedro Roldán con la colaboración de su hija Luisa la Roldana el magnífico Cristo de la Columna de la iglesia de San Juan de La Orotava, traído de Sevilla en 1689 por el canónigo de Canaria don Francisco Leonardo Guerra [43].

Jesús María Perdigón: Monumento a Viera
Quinta Canaria. La Habana
El busto del arcediano Viera, vaciado en bronce por encargo de la Asociación Canaria de La Habana en 1918, fue finalmente instalado en una plazoleta de los jardines del sanatorio Nuestra Señora de la Candelaria, frente a la iglesia, en la quinta edificada por dicha sociedad e inaugurado el 9 de diciembre de 1930, con la intervención del periodista don Luis F. Gómez Wangüemert [Los Llanos de Aridane, La Palma, 1862-La Habana, Cuba, 1942] y el presbítero don Ramón de Diego. Poco antes había tenido lugar un acto semejante con el otro busto encargado a Perdigón, retrato de don Benito Pérez Galdós, que se ubicó en la Casa de Salud de la repetida institución. Para la ejecución de ambas esculturas se abrió una suscripción que encabezó el presidente de la Asociación Canaria, don Domingo de León González, rico propietario de numerosas centrales azucareras, oriundo de La Cruz Santa, con la cantidad de 200 pesos, donativo al que se unieron otros muchos de miembros de la colonia canaria [44].
En 1932, el director de la Escuela de Artes y Oficios regaló al Ayuntamiento de Madrid un busto en piedra del gran artista madrileño Leonardo Alenza Nieto [Madrid, 1807-1845], ejecutado por los alumnos de la clase de modelado de dicho centro, bajo la dirección de Jesús María Perdigón. Fue situado en el parque del Retiro [45] y dos años después se le nombró vocal del Consejo Nacional de Cultura, con cuyo motivo le fue ofrecido un banquete-homenaje por sus compañeros [46].
Jubilado desde 1958, falleció Jesús María Perdigón, en Madrid, el día 30 de septiembre de 1970.


De la varias veces citada necrológica, firmada por el doctor Hernández Perera, reproducimos los últimos párrafos:

Jesús María Perdigón: Luis Francisco Benítez de Lugo,
marqués de la Florida. En paradero desconocido
De su producción escultórica obrada en Madrid proceden bastantes bronces que pueden verse en las plazas de Tenerife, como el de Viera y Clavijo en la del Realejo Alto, el de don Enrique Fajardo [sic por Francisco] en el parque de Lorenzo-Cáceres en Icod, el busto de don Emilio Calzadilla que hace poco se colocó en el parque municipal de Santa Cruz de Tenerife, o el excelente monumento a don Agustín de Béthencourt y Molina, acaso su última obra, que le encargó el Ayuntamiento del Puerto de la Cruz y se alza frente a la casa natal del gran inventor e ingeniero. De bronce es también la Niña ciega y Cabeza de anciana que se guardan en el Museo Municipal de Santa Cruz de Tenerife. Una Virgen de Candelaria suya fue donada por la colonia canaria de Madrid al obispo Pérez Cáceres, con ocasión de su consagración episcopal.
Otras obras, imágenes religiosas, han quedado en Madrid, tales la Virgen del Carmen de la capilla del Ministerio de Marina, Iglesia del Caballero de Gracia, o la Piedad que proyectó para el Valle de los Caídos [réplica, policromada en madera, en la Colección Muguruza] y no llegó a tallarse en granito, sustituida por la de Juan de Ávalos que corona la portada de la basílica de Cuelgamuros.
Jesús María Perdigón: Agustín de Béthencourt y Molina
Puerto de la Cruz. Tenerife

Centro de una tertulia a la que acudían artistas y críticos y en la que tanto él como su entrañable amigo el catedrático don Rafael Láinez Alcalá mantenían vivo el recuerdo y la estimación del arte canario. Perdigón sorprendía e ilustraba a todos con su memoria prodigiosa y unos conocimientos históricos poco comunes. Me distinguió siempre con su afecto, y gracias a su apoyo encontré en momentos críticos de mi carrera eficaz ayuda y estímulo.

A nuestra Universidad donó libros y revistas de arte y una colección de fotografías de escultura española, singularmente granadina, que han engrosado el fichero del Departamento de Arte. Desde su hogar madrileño —Alcalá 155— mantuvo hasta el fin un insobornable cariño a su tierra, de cuyas riquezas artísticas y naturales fue propagandista apasionado [47].
..





Jesús María Perdigón: Agustín de Béthencourt y MolinaPuerto de la Cruz. Tenerife

NOTAS
[1] Archivo parroquia de Nuestra Señora de la Concepción. La Orotava: Libro xxix de bautismo, f. 484r.
En la Villa de la Orotava a treinta y uno de enero de mil ochocientos ochenta y ocho, yo el licenciado don Santiago Benítez de Lugo y Cólogan, presbítero, abogado de los Tribunales del Reino, con licencia del señor doctor don José Borges Acosta, venerable beneficiado propio rector de esta iglesia matriz de la Purísima Concepción, y examinador sinodal de este obispado y del de Canaria, bauticé solemnemente puse óleo y crisma a un niño que nació en la calle de San Juan el día diez y siete del actual a las tres y media de la tarde, a quien puse por nombre Jesús, José, María del Carmen, Antonio Abad, hijo legítimo de don Nicolás Perdigón, escultor, y de doña Jorgina Hernández y González; abuelos paternos, don Marcos Perdigón y González, difunto, y doña Basilisa Oramas y Morales; maternos, don Atanasio Hernández Pérez y doña María González, todos naturales y vecinos de esta villa. Fue su padrino, don Francisco Perdigón y Oramas, su tío paterno, soltero, de esta vecindad, a quien advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones que previene el Ritual Romano: fueron testigos Juan Fernández y Manuel Morales y González, ambos de esta propia vecindad, y lo firmo, con dicho señor beneficiado. Doctor Borges. Licenciado Santiago Benítez de Lugo y Cólogan.
[2] Hernández Perera, Jesús: “Jesús María Perdigón”. Estudios Canarios. Anuario del Instituto de Estudios Canarios. Tomo xiv-xv. 1968-1970. La Laguna. Tenerife, 1970, pp. 183-185.
[3] Hernández Perera, Jesús: op. cit.
Don Nicolás Perdigón Oramas nació en La Orotava el 10 de septiembre de 1853 y falleció en dicha Villa el 5 de enero de 1939. Era primo hermano de doña Ignacia Oramas Medina —hija de don Pedro Oramas Morales y doña Ana Medina Schwerer— quien, con su marido el comerciante sueco Juan Bernardo Westerdahl, fueron los padres del crítico de arte Eduardo Westerdahl Oramas.
Apco: Libro xxii de bautismos, f. 127r.
Archivo parroquial de Nuestra Señora de la Concepción. La Orotava
En catorce de Septiembre de mil ochocientos cincuenta años: Yo Don Domingo Brito y Salazar Presbítero con licencia del Señor Don Buenaventura Padilla y Cabeza Venerable Beneficiado Rector de esta Iglesia Parroquial Matriz de Nuestra Señora de la Concepción de la Villa de la Orotava y Examinador Sinodal de este Obispado: bauticé solemnemente pose Óleo y Crisma a Nicolás, Pedro, Luis, que nació en diez de dicho mes, hijo legítimo de Don Marcos Perdigón y González y de Doña Basilisa Oramas: Abuelos paternos Francisco Perdigón y Manuela González Hernández, naturales de dicha Villa: Maternos Pedro Oramas natural del Realejo bajo, y María Morales, que lo es del Puerto de la Cruz; fue su madrina la expresada su abuela materna de esta vecindad, a quien advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones que previene el Ritual Romano, y lo firmé con dicho Señor Beneficiado. Padilla, rubricado. Domingo Brito, rubricado.
Apco: Libro xx de defunciones, f. 278r.
Archivo parroquial de Nuestra Señora de la Concepción. La Orotava: Nº 3. Nicolás Perdigón Oramas.
En la Villa de la Orotava, Diócesis de Tenerife, Provincia de Canarias [sic] a seis de Enero de mil novecientos treinta y nueve. Yo el infrascrito Cura Párroco de esta Iglesia de la Concepción dispuse dar sepultura eclesiástica al cadáver de D. Nicolás Perdigón Oramas, natural de esta Villa y domiciliado en la calle de San Juan, de ochenta y cuatro años de edad, hijo legítimo de Marcos y de Basilisa que falleció a las diez y ocho horas del día de ayer. Era viudo legitimo de Doña Jorgina Hernández, dejando sucesión de su matrimonio. Recibió los Santos Sacramentos. Y para que conste lo firmo. Licenciado Manuel Díaz-llanos y Bautista. Rubricado.
[4] Hernández Perera, Jesús: op. cit.
[5] El Progreso. Santa Cruz de Tenerife, 14 de mayo de 1906.
[6] La Opinión. Santa Cruz de Tenerife, 4 de septiembre de 1906.
[7] Arcvhivo Familia Perdigón: Diario III, f. 8r; El Tiempo. Santa Cruz de Tenerife, 8 de junio de 1907.
[8] El País. Santa Cruz de Tenerife, 27 de mayo de 1908.
El profesor Hernández Perera aporta en su trabajo, ya citado, un repertorio de algunos de los retratos y pinturas realizados en ese periodo por Perdigón: El ya mencionado de don Antonio Casañas y otro de su esposa; don Nicolás y don Juan de Ponte; don Tomás Salazar y Cólogan; la señora de Gutiérrez; don Luis Izquierdo Yumar; el ingeniero don Agustín de Betancourt y Molina, por grabado, y el de Domínguez Alfonso —pintado en Madrid en 1912— que se conserva en el Ayuntamiento; los de su padre don Nicolás y su hermana doña Carmen. También cita una copia del Esopo de Velázquez; un Salvador Eucarístico para la puerta del sagrario de Santo Domingo de La Orotava y una galería de tipos populares coetáneos, esculpidos en madera con singular gracejo, que el escultor había obsequiado a su amigo el escritor don Antonio Lugo-Viña y Massieu.
[9] El Progreso. Santa Cruz de Tenerife, 10 de julio de 1908.
[10] El Progreso. Santa Cruz de Tenerife, 21 de julio de 1908.
[11] La Opinión. Santa Cruz de Tenerife, 1 de agosto de 1908.
[12] El Tiempo. Santa Cruz de Tenerife, 12 de enero de 1911; Gaceta de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 24 de febrero de 1911.
[13] Gaceta de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 9 de junio de 1911; Las Canarias. Madrid, 9 de julio de 1911.
[14] La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 5 de marzo de 1912.
[15] Arcvhivo Familia Perdigón: Diario III, f. 1. El 1º de mayo de 1912 recibí de Madrid el retrato de Domínguez Alfonso, hecho por mi hijo Jesús, y en el mismo día lo remití al alcalde don Tomas Pérez Acosta, por ser propiedad del Ayuntamiento.
[16] Vida Moderna. Periódico Reformista. La Orotava, 27 de noviembre de 1913.
[17] Gaceta de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 11 de enero de 1915.
[18] La Región. Santa Cruz de Tenerife, 25 de enero de 1915.
[19] Arcvhivo Familia Perdigón: Diario III, f. 18r.
1915, enero 28. En este día se embarcó Jesús para Madrid. Salió de casa a las 6 de la mañana, y le acompañaron en el auto hasta la capital sus hermanos Carmen, Colás y Pepe, también Conchita la de D. Ismael Izquierdo. Que Dios le acompañe y le guíe en todos sus planes, y le libre de disgustos.
[20] Vida Moderna. Periódico Reformista. La Orotava, 20 de mayo de 1915. Véase también, VV. AA: La Pintura en el Instituto de Canarias. Instituto de Canarias-Cabrera Pinto. San Cristóbal de La Laguna, 2005, pp. 40/41.
[21] Lago, Silvio: “La vida artística. Tres escultores jóvenes”. La Esfera. Madrid, 7 de agosto de 1915.
[22] Gaceta de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 21 de agosto de 1915.
[23] Vida Moderna. Periódico Reformista. La Orotava, 29 de julio de 1915.
[24] Arcvhivo Familia Perdigón: Diario III, f. 18v.
1915. Octubre, 12. Con esta fecha presentó solicitud al Excmo. Ayuntamiento de esta Villa, suplicando la prórroga de otro año de pensión hasta que Jesús se asegure su porvenir.
Arcvhivo Familia Perdigón: Diario III, f. 19r.
Octubre 14 de 1915. En la sesión de esta noche el Excmo. Ayuntamiento, por unanimidad, acordó prorrogar a Jesús otro año de pensión que es el de 1916. El 15 de dicho mes se le telegrafió a Madrid participándolo, y el 16 le escribí acompañándole la carta de D. Tomás Salazar, y dándole todos los detalles de lo que se trabajó para conseguirlo.
[25] Gaceta de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 13 de agosto de 1918.
[26] Gaceta de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 30 de abril de 1919; El Progreso. Santa Cruz de Tenerife, 14 de julio de 1922.
[27] El Progreso. Santa Cruz de Tenerife, 2 de noviembre de 1918.
[28] Gaceta de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 25 de julio de 1919.
[29] El Progreso. Santa Cruz de Tenerife, 28 de febrero de 1921.
[30] Gaceta de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 18 de octubre de 1924; La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 8 de julio de 1925.
[31] Pérez Reyes, Carlos: Escultura Canaria Contemporánea [1918-1978]. Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria. Madrid, 1984, p. 80.
[32] El Progreso. Santa Cruz de Tenerife, 5 de agosto de 1926; La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 6 de agosto de 1926.
[33] Abc. Madrid, 12 de abril de 1930; La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 15 de abril de 1930.
[34] La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 2 de mayo de 1930.
[35] Gaceta de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 22 de febrero de 1927.
[36] Gaceta de Tenerife. Santa Cruz de Tenerife, 21 de mayo de 1927.
[37] Arcvhivo Familia Perdigón: Notas sueltas.
9 de septiembre. Con esta fecha se embarco Jesús, Virginia y la niña para Madrid, en el vapor Teide, y puso un radio-grama del mismo vapor, telegrafió de Cádiz, y de Madrid a la llegada el día 14.
[38] La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 3 de agosto de 1927.
[39] La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 2 de septiembre de 1927.
[40] La Prensa. Santa Cruz de Tenerife, 6 de julio de 1927.
[41] Abc. Madrid, 6 de noviembre de 1929.
[42] Gaceta de Madrid. Madrid, 15 de diciembre de 1922, p. 1126.
[43] Hernández Perera, Jesús: art. cit.
[44] La Emigración Española. Vida española en el extranjero. Año vi, número 24. Madrid, 30 de diciembre de 1918; Tierra Canaria. Edición facsímil. Gobierno de Canarias, 2001. Año I, número 10. La Habana, diciembre de 1930, pp. 9 y 16.
[45] Abc. Madrid, 21 de febrero de 1932.
[46] Abc. Madrid, 28 de enero de 1934.
[47] Hernández Perera, Jesús: art. cit.


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